Con las manos que le tiemblan Rosa Díaz abrió la puerta de su casa. Diana, la perra de la familia, fue la primera y la única en recibirla. Es que, tras el incendio del 4 de mayo, Rosa y dos de sus hijos están viviendo en la casa de la madre de la mujer, porque la vieja casona quedó sin techo en casi todo el interior. Lo único que se salvó fue la cocina y un pasillo que quedó tiznado y con el cañizo flojo. ‘Es muy doloroso ver como todo se va con el fuego. Nunca pensé que podíamos pasar por algo así‘, dijo la mujer que con la ayuda de sus hijos, pintaron el pasillo y la cocina para mudarse a la vivienda. Y dijo que necesitan por lo menos 30 palos de 6 metros para poder hacer nuevamente el techo y el cañizo. Y aunque recibió ayuda del Ministerio de Desarrollo Humano, dijo que le será difícil volver porque no les quedó nada. Con respecto al incendio Rosa dijo que se barajaron 2 hipótesis: que su hijo mayor se quedó dormido con un cigarrillo o que el mismo chico prendió intencionalmente el fuego, pero aseguró ‘no creo que mi hijo lo prendiera‘.