Completando otro fin de semana muy bueno, Laureano Rosas (Sindicato Empleados Públicos) se quedó ayer con la victoria en la séptima edición de la Vuelta a los Valles Iglesianos. El ciclista bonaerense, que había ganado la primera etapa, tuvo siempre muy en claro qué hacer para asegurar la carrera. Y, entre sus enormes condiciones y la fundamental ayuda de su equipo, pudo plasmar en la ruta lo pensado tácticamente antes de comenzar el esfuerzo para mantener su condición de líder absoluto lograda el sábado.
El último capítulo de la carrera organizada por la subcomisión de ciclismo del club Del Bono, se desarrolló bajo la adversa condición climática que se produce cuando corre viento Zonda. Al clásico Conchabao, que comienza a soplar al mediodía, se agregó una persistente brisa cálida generada por la tormenta de nieve que azotó la Cordillera de Los Andes, desde la madrugada y motivó el cierre parcial del paso internacional a Chile, por Agua Negra.
Con 27 hombres separados por sólo 10 segundos. Con representantes de todos los equipos en ese privilegiado pelotón que podría pelear por la victoria final, Rosas y su equipo no podía dormirse. El SEP era el que más hombres tenía en la vanguardia (siete), el resto de los conjuntos también contaban con grupos interesantes. Forjar Salud y la Agrupación Virgen de Fátima tenían cinco. Las Municipalidades de Rawson y Pocito, contaban con cuatro pedalistas, cada uno. El que menos efectivos tenía era Mardan, con dos. Aún siendo el que tenía mayor presencia, los hombres que defendían la malla líder sabían que tendrían que trabajar a destajo para contrarrestar los ataques que se fueron sucediendo a medida que avanza la carrera. Las metas volantes eran una invitación para achicar distancias en segundos y acercarse para el golpe del final. Forjar atacó y logró con Diego Tivani ganar la primera, frente al hotel de Pismanta, y ser segundo con Emiliano Ibarra en la última, ya en Rodeo, donde la carrera no se rompió por obra, gracia y corazón de los compañeros de Rosas, quienes no escatimaron esfuerzo alguno. Marcharon siempre al frente del pelotón prestos a responder cualquier mojada de oreja.
Durante los cinco giros que debieron darse rodeando el casco urbano de Rodeo, uno de los intentos de fuga más exitosos fue el que protagonizó Sergio Montivero. La Agrupación Virgen de Fátima no contaba con hombres para pelear el esprín y por ello trató siempre de romper la armonía. El menor de los hermanos de Carpintería llegó a tener medio minuto y fue neutralizado. Luego saltó su hermano, Luciano y provocó similar y enérgica reacción del pelotón.
Fue así que en la última vuelta, cuando Dotti se paró en sus pedales y salió como una exhalación restando mil metros para culminar el falso plano de la calle Santo Domingo, raudamente, Gustavo López y Lucas Lopardo salieron a buscarlo con Rosas sellado a sus ruedas. Lo llevaron, echando el resto, hasta dejaron detrás del piquetero. No daban más, estaban exhaustos. De allí hasta el final, con ocho kilómetros por delante, Dotti pegó un par de saltos y Rosas, también cansado, los aguanto con el corazón. Después, cuando la distancia con el resto era de una veintena de segundos, ya en la recta final de calle Santo Domingo el Norte de Rosas era que Dotti no le sacara ventaja que pudiera poner en peligro su victoria. Así lo hizo y festejó el triunfo en la Vuelta.
