Ante la compañía del también candidato Daniel Scioli, Kirchner reconoció haber "perdido por muy poquito".

Entre cánticos de sus seguidores, Kirchner dijo que ya está "en camino para profundizar la gobernabilidad. No tenemos ningún problema para reconocer la victoria del adversario, sin necesidad de hacer denuncias de fraude".

Horas antes, rostros surcados por una dura herida electoral se veían en el Hotel Intercontinental, donde el kirchnerismo instaló sus oficinas para seguir el escrutinio de las elecciones de renovación legislativa.

Hacia las 24, en boca de punteros, operadores y funcionarios kirchneristas sólo había lugar para palabras tales como "estamos en el horno", "estamos complicados", otros se lamentaban por no haber tal o cual acuerdo y otros con amargura decían a quienes los querían escuchar: "La tendencia es mala".

Ocurre que el oficialismo había depositado toda su fuerza económica y política en el distrito bonaerense y del resultado que allí se obtuviese dependía su futuro político, golpeado en el territorio vital del peronismo.

Atrás habían quedado los cánticos de la juventud peronista, que había copado el segundo subsuelo del hotel y comenzó a entonar estribillos triunfalistas para romper con el sosiego que había dominado el lugar desde temprano.

A la 1 de la mañana, en el oficialismo ningún referente daba su parecer acerca de los resultados parciales de los comicios en la provincia de Buenos Aires que daban por ganador al candidato de Unión PRO Francisco de Narváez.

En las cercanías del hotel se instalaron manifestantes cercanos al ex presidente.