Italia, 29 de septiembre.- Rui Costa se coronó campeón del mundo en Florencia por delante de Joaquim Rodríguez y Alejandro Valverde. La selección española lograba dos medallas, pero Purito lamentaba la ocasión perdida y no entendía cómo el murciano no había salido a la rueda del ciclista portugués cuando él estaba escapado en el último kilómetro. "Es una forma de perder estúpida", decía tras bajar del podio. Las lágrimas le envolvían y la rabia le carcomía por dentro. El luso del Movistar Team les robaba la cartera, o se la dejaban quitar. Esa es la cuestión.

Costa se abalanzó sobre Joaquim Rodríguez en la recta de meta y fue más rápido. Grito y oro. Purito, plata y lágrimas. Valverde, bronce, y van cinco medallas, ningún título. Nibali, generoso, cuarto.

La carrera perfecta se quedaba en una enorme decepción para la selección española. Joaquim Rodríguez, Valverde, Nibali y Rui Costa eran los más fuertes en Fiesole y Vía Salvati -Urán, también pero quedaba eliminado por una caída en el primer descenso-. El catalán era cabeza de carrera tras Vía Salviati, a cinco de meta. Una vez más, Nibali, ambicioso, neutralizaba su intento. Al sprint, el oro debía ser de Valverde. El de Katusha insistía, el italiano no podía más. La puerta del arcoíris parecía abrirse para Purito, la gloria. Su sueño. También el de Rui Costa. Un cazador. Así cazó dos etapas en el Tour de Francia.

El portugués supo sufrir en Vía Salvati, se entregó. No se conformaba con el podio. Quemado Nibali, atacó en el momento justo. Valverde tenía que salir a su rueda -el mismo lo reconocía-, pero, primero, se veía sorprendido, y después, el cansancio era extremo, después de 270 kilómetros y más de siete horas sobre la bicicleta, la mayoría bajo la lluvia. De hecho, solo terminaron 61, y porque el sol apareció.

Plata y bronce para la España de Mínguez. Un gran trabajo, enorme Castroviejo especialmente. Una cosecha extraordinaria, insuficiente, sin embargo, visto el desarrollo de una carrera que fue extrema por la lluvia que empapó a los corredores desde el principio y casi hasta el final. Purito acarició el arcoíris, pensaba que Valverde sería el freno y lo fue hasta que la jugada perfecta de Rui Costa que se le coló en una curva. Grande el portugués. Con el Mundial en cabeza desde el Tour. Trabajo en silencio, a la sombra en las quinielas que apuntaban a a Sagan, quinto, Cancellara, décimo -inferiores en una carrera que fue una Lieja-, a Froome, Quintana, que abandonaron. Primer oro para su país y primer podio. Y el año pasado será el líder del Lampre-Merida; la apuesta de Movistar Team son Valverde y Quintana.

Huzarski (Polonia), Chtioui (Túnez), Barta (República Checa), Godoy (Venezuela) y Brandle (Austria) protagonizaron la escapada de la jornada. Una clásica de 272 kilómetros con la lluvia como azote que provocó caídas y abandonos prematuros de Samuel Sánchez, Wiggins, Evans, Horner, Van Garderen… Una carrera de eliminación. El enemigo era la carrera, decía Mínguez la víspera, y acertó.

Huzaski fue un héroe, aguantó hasta que Visconti le alcanzó a dos kilómetros y medio. Bélgica se vació por Gilbert e Italia tembló cuando Nibali sufrió una caída y acumuló un retraso de un minuto. Milagrosamente, enlazó con un grupo cada vez más reducido.

A falta de una vuelta, todo estaba por decidir. Scarponi desató la tormenta en Fiesole, Purito respondió y luego llegó Nibali. Valverde empalmó poco después. Un repóker se jugaba el Mundial, Joaquim Rodríguez, Valverde, Nibali, Rui Costa y Urán. El catalán se enfrentó solo a Via Salviati, el murciano esperaba por detrás. Nibali no podía contenerse. Tampoco Purito. Atacó, hasta que el siciliano dijo basta. Pero no el portugués. No bajó los brazos. Sufrió, no se entregó. Empalmó en el descenso y dejó atrás a Valverde y Nibali. Quería el oro y lucir el arcoíris. Luchó por él, y tuvo su justa recompensa, mientras que Purito era segundo, amarga plata, incrédulo. De nuevo, la unión y solidaridad en la selección española en duda. Y con razón esta vez.