Golpes y ruidos de vidrios guiaban ayer el trabajo de rescatistas en un edificio colapsado en el Sur de Chile, donde cerca de 50 personas aún permanecían bajo los escombros. Equipos de bomberos perforaban las paredes de la construcción que se levantaba en el centro de la ciudad de Concepción, unos 500 kilómetros al Sur de Santiago, y que se transformó en el símbolo del desastre que el sábado devastó a Chile y conmueve al mundo por la dimensión de la catástrofe. Ocho personas fueron sacadas muertas y otras 63 salieron con vida luego de que el edificio de 14 pisos cayera completamente por el impacto del sismo, convirtiéndose en uno de los puntos de interés para canales de televisión locales. El lunes, los rescatistas escucharon golpes y vidrios rotos, lo que alimentaba las esperanzas de hallar gente con vida luego de uno de los peores terremotos de la historia. “Tenemos buenas noticias, tenemos dos señales de personas que estaban vivas adentro”, dijo el comandante Juan Carlos Subercaseaux, quien lidera las tareas de rescate, a periodistas en Concepción. Al igual que Subercaseaux, muchos de los bomberos e incluso los perros rescatistas estuvieron trabajando en las tareas de rescate luego del sismo que golpeó a Haití en enero. Alex Tapia, un militar ecuatoriano que vivía en el edificio colapsado, logró salir en la madrugada del sábado, en el medio de gritos de sus vecinos que pedían ayuda. “El edificio cayó de inmediato. Sentí una brisa de aire y la seguí. Le dije a mi señora que hay que salir por ahí. Escalé tres metros y tuve que volver a rescatar a mi mujer y mis hijos de dos y cinco años. Gracias a Dios estamos bien”, apuntó. Subercaseux explicó que el muro que separa a las víctimas es catalogado como estructural, puesto que separa pisos y no departamentos, lo que lo hace mucho más grueso.
