Al frenarse la intervención de Estados Unidos en la guerra civil en Siria, mediante un acuerdo con Rusia, el gobierno de Moscú podría cambiar su posición si se demuestra que el presidente Bashar al Assad no actúa con honestidad, lo que daría un giro sustancial en la posición internacional frente al conflicto.
La sorpresiva revelación surgió del jefe de la administración presidencial rusa, Serguei Ivanov, que sin abandonar la vía pacífica y diplomática de Putin, habló de la hipótesis de que el presidente sirio no informe acerca del lugar donde almacena las armas químicas. De todas maneras Ivanov trató de justificar a Al Assad porque Rusia entiende que no tiene control sobre todo el territorio sirio, donde estaría localizado geográficamente el arsenal de armas químicas y porque el uso de esas armas prohibidas es una cuestión que debe establecer el Consejo de Seguridad de la ONU. "Dado que, según suponemos, en este caso estamos hablando de una provocación a gran escala, encontrar la verdad será doblemente difícil. Los expertos de la ONU deben regresar a Siria y continuar la investigación de otros casos de uso de armas químicas”, aclaró el funcionario ruso.
Estas manifestaciones teóricas e hipotéticas, como las definió el representante del Kremlim al hablar en el Instituto Internacional para Estudios Globales Estratégicos en Estocolmo, están aludiendo a los planteos que se hacían los observadores tras al acuerdo de Estados Unidos y Rusia para evitar una intervención armada que convulsionaría más a la inestable situación política en Medio Oriente. Ante la desconfianza que muestra Damasco, Putin tiene escaso margen de acción y sólo le queda a la ONU para sacar las castañas del fuego.
