"Hoy me quebraron. Todo el esfuerzo que uno hace, se va en un segundo. Tengo mucha impotencia porque esto seguro fue una entregada", decía ayer molesto José Marcelo Escañuela (37), convencido de que los dos asaltantes que llegaron en moto ayer en la siesta hasta su negocio de Rivadavia, contaban con datos precisos sobre los $22.000 que tenían ocasionalmente en el local y que ayer en la tarde tenían como destino el pago a un proveedor. Tras reducir a un hermano que cerraba el negocio, los asaltantes le pidieron precisamente la plata que guardaba en una caja metálica y huyeron además con un celular y las llaves del comercio.
Todo ocurrió a las 15:15 de ayer cuando los ladrones arribaron hasta "Mercado Marcelo’, ubicado en calle Hipólito Yrigoyen 2141 Sur, entre Cabot y República del Líbano, en Rivadavia. El robo de ayer fue la segunda experiencia que José Escañuela tuvo con delincuentes desde los cuatro años y medio que hace que tiene el negocio en ese sitio. Unos tres años atrás, un par de sujetos también trataron de asaltarlo cuando cerraba. Pero como había cerrado las rejas del frente, los ladrones no pudieron entrar y para cubrir su escape le dispararon. Por fortuna, el tiro dio debajo de un mostrador sin consecuencias graves, recordó el hombre.
Ayer, quince minutos antes del asalto, Escañuela había salido presuroso hasta el colegio de su hija para pagar la cuota mensual. Su hermano y "mano derecha’ Juan Manuel (30), había quedado encargado de cerrar, precisó ayer el hombre.
Fue justamente cuando Juan Manuel echaba llave a la puerta principal del local que dos sujetos (uno de ellos con casco y armado), lo sorprendieron desde atrás poniéndole un arma en la espalda y exigiéndole al mismo tiempo "que entregara la plata’, contó el comerciante.
De inmediato, los ladrones no perdieron tiempo y para no alertar a un eventual testigo sobre su maniobra, entraron al mercado junto a la víctima. Allí lo llevaron hasta la parte trasera del mostrador de la carne reclamando una y otra vez el dinero, de la registradora y el "de la caja metálica" sin ejercer violencia sobre el joven, indicó el propietario.
A su hermano no le quedó otra que darle los 22.000 pesos que habían dejado en una registradora y que tenían como destino pagarle a un proveedor de la carne. Pero los delincuentes no estaban conformes y con plata en mano, volvieron a demandar más dinero que supuestamente tenían los hermanos en otro lugar. "Le pedían una plata que a veces sabemos dejar en otro lado. Es obvio, esto fue una entregada’, especuló molesto Escañuela.
Como no encontraron nada, le sacaron el celular, las llaves del negocio y luego huyeron.
"Me quedé sin plata, sin carne. Para mí esto es una zona liberada y si yo hubiese estado no sé que hubiera pasado. Ojalá la justicia me demuestre que existe porque ya no creo en ella’, comentó José Escañuela, indignado.
