Cada vez que llega Sabroso a San Juan, se desata un huracán de pasiones incontenibles en miles de fanáticos que llegan de todas partes para verlos actuar. El grupo cuartetero mueve multitudes en muchas provincias, pero ésta es una plaza bien fuerte. Podrá residir en la puesta escénica que prepara -siempre va cambiando de recital en recital-, en las letras de sus canciones o en el cúmulo de emociones que genera en los seguidores al momento de verlos en vivo. Es difícil responder concretamente por qué despierta tanto fervor, pero algo es cierto: el público ‘sabrosero’ se multiplica y se mantiene fiel. No importa la espera, permanece y con la energía intacta hasta después de agotado el último tema. La banda cordobesa tocó el viernes en Hugo Espectáculos. Repitió otra función ayer y por la gran demanda que hubo durante esta semana en la boletería del local, habrá otro show esta noche. Y desde varios días antes, la postal era la misma: la inmensa cola de gente que aguardaba para comprar un ticket, o dos… porque aunque parezca una locura, varios decidieron ir más de una noche. En la primera hubo más de 2 mil personas y ayer la presencia aumentó casi el doble. Muchos recorrieron largas distancias, kilómetros de ruta para no perderse el recital. Unos venían de Albardón, de Jáchal y otros departamentos alejados. Pero también fue notoria la visita de mendocinos, puntanos, cordobeses e incluso, vinieron chicos de Tierra del Fuego, gracias a la gestión de los clubs de fans que les dieron alojamiento temporario por varios días. Evidentemente, realizar un largo y costoso viaje para estar cerca de sus ídolos, no tiene precio. Sacrifican todo para venir. Algunos saben que tienen que cumplir con el trabajo y otras responsabilidades al día siguiente, pero tal como dicta la famosa frase, ‘¿Quién te quita lo bailado?’. Los ‘sabroseros’ disfrutan con un sentimiento festivo que sólo ellos conocen. Chicas que los siguen desde la primera vez que el grupo surgió (allá por el 2001) y que no faltaron a ninguno de sus shows en la provincia, entraron portando vinchas, gorritos y sus propias banderas con mensajes de cariño a Lisandro Márquez y Wally Mercado (los cantantes). En la previa, la espera fue larga, así que mientras tanto, los espectadores aprovecharon para sacarse fotos y subirlas a la página oficial de Facebook del combo, con tal de salir etiquetados. Entre los jóvenes, se mezclaban varios ‘veteranos’, como se rotula en el ambiente a los que tienen más de 40 abriles. También había mujeres vestidas para matar, otras en cambio fueron más reservadas. Los hombres por su parte, no tenían reparo si se vestían a la moda o no, pero lo cierto es que nadie quedaba afuera. Todos buscaban divertirse. No hubo diferencia de clase, edad, aspecto físico o poder monetario. La cuestión era estar ahí, y ser parte de la fiesta. Y la hubo, claro. Apenas Sabroso entró en acción, la chispa se encendió. Un espectacular intro de saxo de Julio Settembrini abrió la velada. Y el grito enloquecido de las chicas le dio la bienvenida a Wally y Lisandro, que sin pausas interpretaron las nuevas canciones de su reciente disco ‘Groso’, más los temas de su habitual repertorio. Las mujeres tenían la posta, es verdad, eran las más demostrativas de la devoción que sienten por la banda, que también demostraron coreando y bailando todos los temas. Pero ellos, no se quedaban atrás, abrazaban a sus parejas y bailaban en la misma sintonía. También los grupos de amigos estaban en su salsa. Entre ellos, salió un valiente y confesó que a los hombres más tímidos e incluso a los más cancheros, las canciones de Sabroso les ayudan a soltar ese sentimiento por la mujer amada, que no podrían expresar con palabras propias. Pero también, puede haber otra clave de este furor que es Sabroso para su público: la extensión de sus recitales. Verdadero maratón, la banda desplegó toda su furia cuartetera por casi 4 horas y nadie se cansó, ni se movió de su lugar. En medio de la ardiente multitud, al ritmo de los cantos y del baile, y aún entre los gritos, una vez más, quedó demostrado que Sabroso es un verdadero fenómeno en San Juan.
