Faltaban ocho giros y la diferencia que Javier Salas y Diego Tivani tenían sobre el pelotón se acortaba inexorablemente. Los compañeros del joven Tivani pretendían neutralizarlos para que el salteño no pudiera sumar los puntos necesarios que le permitirían arrebatarle el liderazgo de la prueba. Tiró Juan Gáspari, tiró Jorge Pí, aportó Emanuel Saldaño y Nicolás Naranjo apretó a fondo en el último embalaje pero no les alcanzó. Al salteño que corre para la Agrupación Virgen de Fátima le respondieron sus piernas y su corazón para mantener un ritmo que le permitió ganar ese último sprint por escaso medio metro y consiguió los puntos suficientes para que Carlos Gómez y toda su gente festejaran de lo lindo.

La primera experiencia sobre un circuito fue satisfactoria. Hubo 41 pedaleros en la línea de partida y entre ellos armaron una carrera entretenida que fue seguida por mucha gente ubicada en las banquinas, veredas, techos de las casas, balcones y jardines del Barrio Huarpes.

El lindo trazado elegido por las autoridades del Caucete Pedal Club exigió al máximo a los ciclistas y los obligó a emplearse a fondo en cada una de sus curvas. El espectáculo se desarrolló dentro de una ambiente de normalidad, salvo un hecho fortuito provocado por una vecina que no se percató que había una carrera de bicicletas y cruzó la calle Granaderos Argentinos prestando oídos sordos -pareció que lo era- a los pedidos desesperados de la gente y de José Carlos Rufino (h), a cargo del relato por los altoparlantes, para que desistiera de su intento. Por fortuna, otra vez Dios mostró sus dotes de ciclista e iluminó a Víctor Arroyo para que la esquivara.

La prueba tuvo un ritmo de locos y alternativas cambiantes que hicieron delirar al público presente que premió con su aplauso a los hidalgos pedaleros que brindaron un magnífico espectáculo.