Lo que ha representado el General San Martín no solamente para nuestro país sino para otros países de América, todos lo conocemos: pero la epopeya sanmartiniana que configura una cruzada por la emancipación americana, tiene un matiz realmente conmovedor y poco conocido. Al margen de lo estrictamente militar, otro tipo de perturbaciones invadieron su mente: como gobernante en Mendoza y en el Perú después, por mejorar la situación de los presos. Se puede decir que sus medidas en favor de los desdichados que yacían recluidos en la tétricas cárceles de aquella época, constituyen el Derecho Carcelario Argentino y Americano actual, salvo por el trabajo efectuado por Carlos García Basalo (subdirector del Servicio Penitenciario Federal) de hace ya algunos años. ¡Cómo retrata el alma generosa de San Martín su preocupación por los presos!

Corre el año 1816. Siendo gobernador intendente de Cuyo, el 25 de marzo, día de la Anunciación, se dirige con carácter de suma urgencia, al Cabildo de Mendoza mediante un oficio que exhala su angustia al enterarse de la desnutrición de los reclusos. Dice el texto: "’Me ha conmovido la noticia de que a los encarcelados no se les suministra sino una comida cada veinticuatro horas. La transmito a V.S. a pesar del feriado, para que penetrados de iguales sentimientos propios de la conmiseración, se sirva disponer se les proporcione cena a horas que no altere el régimen de la cárcel.

Aquel escaso alimento no puede conservar a unos hombres que no dejan de serlo por considerarlos delincuentes. Las cárceles no son un castigo sino el depósito que asegura al que deba recibirlo”. De esta manera San Martín anticipaba en más de medio siglo el Art. 18 de la Constitución Nacional que expresa: "’Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los presos detenidos en ellas”.

Pero la preocupación de San Martín en este sentido se hizo más intensa cuando gobernó el Perú.

Una idea de ello lo da un artículo aparecido en "’La Gaceta de Gobierno” de Lima, el 17 de octubre de 1821: "’A las 9 del lunes 15 del corriente concurrieron a Palacio los señores Ministros de Estado, el presidente de la Alta Cámara de Justicia, Ministros, Fiscales, abogados y procuradores; y acompañados de todos ellos, S.E. (el general San Martín) dio principio a este acto lleno de humanidad. En consecuencia ordenó que todas las causas concluyeran dentro de los 20 días, desterrando la ferocidad de los abusos, aboliendo toda especie de torturas y mandando que jamás se hiciera uso de los horrendos "’infiernillos” en donde se sepultaban, se desesperaban y morían los hombres. En una palabra, S.E. inspirado en el amor de sus semejantes dio órdenes para que se mejorasen las cárceles en beneficio de los desgraciados que en ellas sufren y para que se conviertan, por medio de un trabajo útil y moderado, de hombres inmorales y viciosos en ciudadanos laboriosos y honrados. A la una y media se concluye este acto”.

Lo que omitió el cronista de "’La Gaceta” fue decir que San Martín era el primer gobernante americano que cumplía con el precepto Evangélico: "’Estaba preso y vinisteis a verme y consolarme (San Mateo, 25-36) Esta obra de San Martín a favor de los presos es bien coherente con su personalidad, pues si dedicó su vida a liberar naciones ¿Cómo no iba a preocuparse con los que se hallaban privados de su libertad?

(*) Escritor.