Domingo Faustino Sarmiento siempre ofrece algo nuevo para contar, y esta vez, a 201 años de su natalicio -que se cumplirá el próximo 15 de febrero- la Casa de San Juan en Buenos Aires decidió homenajearlo a través de una de las celebraciones que él más disfrutaba, el carnaval, que fue oficializado como festejo durante su presidencia.

Como culminación del bicentenario de su nacimiento, que comenzó el año pasado y contó con distintos eventos, la dependencia sanjuanina recordará al educador a lo grande, con una jornada bastante atípica: se cerrará la cuadra donde está emplazada la casona- Monumento Histórico Nacional- y allí bailarán y tocarán murgas que intervendrán el establecimiento y ofrecerán una actuación musical, colorida y bien divertida.

"Es la primera vez que incursionamos en este tipo de festividad, es un merecido cierre para Sarmiento, que estuvo muy vinculado a las manifestaciones artísticas y que veía al carnaval como una fiesta popular que ayudaba a levantar el espíritu de la gente", manifestó a este diario la vicedirectora de la Casa de San Juan, Nilda Ferreyra.

Inclusive el acto en la residencia sarmientina incluirá la entrega de souvenirs a los presentes, reproducciones que se realizarán en cartón de un medallón que una murga de Buenos Aires le obsequió a Sarmiento por ser uno de los propulsores del carnaval.

El emperador de las máscaras

Sarmiento amaba las celebraciones populares y era un especial adepto a los festejos de carnaval. Al prócer sanjuanino no le molestaba que le arrojaran agua para divertirse. De hecho, los carnavales porteños más destacados se vivieron durante su presidencia (1868-1874). Fue en febrero de 1869 cuando se realizó el primer corso oficial, que transitó a lo largo de cinco cuadras y en el que participaron 16 comparsas que tocaron guitarras, violines y cornetas; y hasta se comentó que Domingo Faustino había asistido encubierto, vestido con un gran poncho y un chambergo.

Es que Sarmiento decía que la risa también educaba y por ello, en su cotidianeidad, en su intimidad, el maestro, padre y tío disfrutaba de jugar con los pequeños, hacer bromas y reírse buenos ratos, y el carnaval era la ocasión adecuada para potenciar todo ello. A modo de homenaje, en 1873, los integrantes de una comparsa nombraron al ex presidente argentino como "Emperador de las máscaras’, gesto que él recibió con agrado.