-¿Cómo te vinculás a Sarmiento?
-Mi tema de estudio como historiador ha sido la prensa en Argentina. De hecho, mi tesis de maestría fue sobre la modernización de la prensa: cómo se pasaba de una prensa política -ya que en los diarios se armaban las listas de candidatos, se debatían políticas, se anunciaban revoluciones y se publicaban directamente artículos de gobernantes y funcionarios- a una autónoma. Tengo un libro sobre el tema en el siglo XIX que incluyó en un capítulo a Sarmiento. A partir de ahí fue que se me ocurrió una manera de retratar como se vivía tanto el oficio de periodista como los dilemas entre la prensa y la política en esa época -que era una época diferente a la actual- era tomar un personaje que había hecho periodismo toda su vida y ese fue Domingo Faustino Sarmiento, un verdadero hombre de prensa.
-Pero Sarmiento no era la única figura que escribía y hacía la historia.
-Ésta era la realidad de todos. En esa época el que hacía el gobierno, la ley y la guerra era el que hacía los diarios. Era un signo de la época, como sucedió con Mitre, Alberdi, Pelegrini. El que no era periodista, tenía un diario. De todos modos, me pareció que Sarmiento se construyó a sí mismo con la pluma y ejerció todo el tiempo el periodismo. Él construyó su obra, escribiendo, sea cual fuese la función o lugar que ocupaba. Es un buen exponente de ese proceso, en sus diferentes etapas: cuando se exilió a Chile, la etapa de joven en San Juan, como gobernador también, cuando se fue a Buenos Aires, cuando fue embajador y hasta presidente, siempre escribió.
-¿Nunca dejó de mostrar públicamente aquello que pensaba?
-Nunca, pese a que él y es lo que lo hace más singular , aún frente a otros que también escribían pero eran hombres de elite o tenían una condición personal y familiar que les permitía ejercer el rol de dirigentes, mientras que Sarmiento se hizo un lugar en la dirigencia nacional desde una cuna humilde, desde una aldea con pocos habitantes, sin haber concluido su educación, por medio de la pluma, su prestigio de escritor y calidad de lector feroz. Sarmiento no venía de un contexto que le hubiera permitido hacer lo que hizo, sin embargo su obsesión por estudiar y por escribir en la prensa le dio un protagonismo público.
-¿Cómo fue la investigación para llegar a estas conclusiones?
-Con mi coautora encontramos ayuda en académicos de la talla de Fernando Rocchi, Tulio Halperin Donghi, Ezequiel Gallo y Natalio Botana, pero también de la mano de investigadores apasionados con la vida de Sarmiento como el librero Ernesto Romano y el sanjuanino Mauricio Meglioli que hizo un gran aporte. Primero trabajamos sobre el material que escribió Sarmiento y lo que escribieron sus contemporáneos. Nos leímos todo. Y después analizamos muchas fuentes secundarias, que es lo que se escribió sobre Sarmiento, biografías, Rojas, Leopoldo Lugones, material académico, Ricardo Piglia, entre otros. De todo eso fuimos construyendo una idea del libro que no deja de ser una biografía porque de algún modo recorre toda la vida del sanjuanino, desde su juventud hasta su muerte en Paraguay.
-¿Quiénes eran los lectores o seguidores de Sarmiento?, ya que en el libro figura que con "El Zonda" no llegaba a tener más de 50 personas como público lector.
-Con "El Zonda" prácticamente no tuvo lectores o eran muy restringidos. No hay que olvidarse que él mismo dijo que el periódico era una planta exótica para San Juan porque no había prensa. Estaba muy obsesionado con tener este diario que armó con un grupo de amigos, a la par de haber creado Colegio de Señoritas, dejando claro que la educación y la divulgación de ideas en la prensa eran sus dos grandes obsesiones. Inclusive estaba enojado con los pocos lectores a los que les pedía que lo compren y que no lean dos el mismo diario. Este fue un primer intento precario aunque fue valiosísimo para conocer todo su pensamiento. Por supuesto, después esta realidad fue cambiando, porque al irse de San Juan llegó a tener un público más amplio. Fue un gran periodista y supo tener prestigio como escritor a consecuencia de que sus libros tuvieron mucha repercusión, especialmente "Facundo", que fue su emblema contra Rosas. Escribió y publicó mucho, en toda la prensa, con una repercusión mucho mayor aunque restringida a los términos de hoy, pero importante para la época en términos del impacto que él supo tener en la política.
-¿Escribía para difundir ideas o por una cuestión de placer personal?
-Me hubiese gustado preguntárselo pero da la impresión que él escribió por necesidad, porque está en su naturaleza. En el libro están contadas algunas anécdotas donde lo muestran un escritor obsesivo. Por ejemplo él cerraba las persianas para no darse cuenta que ya era de noche y así seguir escribiendo. Es más una vez llegó a enviar a un periódico, un artículo que había escrito dormido, pero como era Sarmiento, se lo publicaron igual pese a que se nota que le faltaban verbos y que es un texto medio incoherente. Creo que escribió por necesidad, por pasión, por una pulsión. Pero en segundo término también porque era su manera de difundir sus causas y sus ideas. A través de sus escritos era cómo se podía hacer notar para llegar a convertirse en un personaje de la política y un dirigente público. La prensa y la pluma fueron su herramienta.
– ¿Sobre qué temas escribía?
-Escribía de todo. Al escribir por necesidad, plasma lo que le importa y le interesa, como ser cuestiones de cultura, de sociedad. En Chile escribió muchísimo sobre el idioma y la lengua, generando grandes polémicas sobre el uso del castellano, ya que en sus textos proponía que se escribiese como se hablaba, haciendo una economía de palabras. También divulgó sus ideas sobre educación y sobre todo aquello que tenía que ver con el progreso, sobre la minería y obviamente su idea de organización del país y su oposición a Rosas.
-¿En qué momento dejó de publicar?
-Nunca. De hecho llegó a escribir y publicar artículos en periódicos del Paraguay cuando ya estaba en el final de su vida. Su último diario es "El Censor", de 1885, en el que escribió contra Roca, un poquito antes de morir.
-Como autor, ¿éste es un libro de historia, de un personaje o de periodismo?
-Todo eso. La verdad es que creemos con mi colega que hemos hecho un libro de divulgación histórica, accesible a un público amplio, pero también es una biografía de Sarmiento porque su vida, sus ideas, sus pasiones están plasmadas. Y de algún modo, es una historia del periodismo. Me gustaría que la gente encuentre en el libro conceptos para formar su punto de vista como ciudadano, a partir de una lectura entretenida. Me gustaría que lo puedan leer docentes, me interesa mucho que lo pueda leer gente del ámbito de la política y del periodismo porque aquí está bien plasmada la tensión que hay entre las dos cosas, como de algún modo recogió la Presidenta cuando lo mencionó.
-Bueno, tuviste una lectora que lo recomendó a todo el país en una cadena nacional.
-Ella hizo una lectura distinta del libro. Obviamente yo tengo algún disenso con sus interpretaciones porque linealmente hay procesos del siglo XIX que es difícil traer al siglo XXI como si fueran o significaran lo mismo. Pero bueno es el punto de vista de cada uno. Además ella no es historiadora.
-En definitiva, el hecho de la Presidenta fue demostrar lo que pasa con todos los libros: cada uno lo interpreta como más le conviene, como puede.
-Claro desde la óptica personal, desde la subjetividad, de lo que le está pasando en el momento, cada uno lo interpreta como quiere. De todos modos, yo llamo a la precaución de no tomar hechos del siglo XIX como si fueran válidos y con la misma interpretación en el presente. Es decir que cerrar un diario en el siglo XIX (NDR: la presidenta Kirchner mencionó el libro al resaltar que Sarmiento había cerrado dos diarios, La Nación y La Prensa, durante su mandato), cuando los diarios eran parte absoluta de la política y de una lucha facciosa, no es lo mismo que cerrarlo hoy. Hoy cerrar un diario sería un atentado a las libertades y un acto de censura. No lo estoy reivindicando ni mucho menos, pero si lo inscribo en una lógica de la época.
En ese entonces, las revoluciones las hacían la prensa y la prensa era parte de la política. Sarmiento cerró los diarios después de la elección de su sucesor, entre Avellaneda y Mitre. Ganó Avellaneda y el mitrismo lanzó una revolución inclusive con su diario. Entonces el periódico se fue con Mitre. Hay que tener en cuenta que los términos tienen un sentido de época, o sea Mitre hizo una revolución y más de una, pero eso no significa que haya sido un revolucionario como lo entendemos en el siglo XX. Hay que poner las palabras y los hechos en su contexto histórico.
-¿El libro cobró actualidad con la realidad del periodismo y la Ley de Medios de la Argentina actual?
-Eso es lo que vió la presidenta. Ella descubrió y le interesó algo que no sabía de Sarmiento y es que fue un periodista militante, un hombre que militaba sus ideas en la prensa y un gobernante que sufrió, en una época muy distinta a la actual, del acoso de la prensa. La de Sarmiento fue una época de instituciones muy débiles, en formación. Entonces no es lo mismo lidiar hoy con la prensa donde me parece que cualquier gobernante tiene que hacer el sano esfuerzo de compartir el poder y de entender que la prensa tiene su lugar y lejos de tratar de ahogar voces discordantes debería tratar de respetarlas.
-¿En qué lugar te parece, si se pudiese hacer semejante proyección, se posicionaría Sarmiento como periodista, frente a la realidad argentina del 2012.
-Sería una mera especulación de mi parte responderlo porque las épocas son tan diferentes. Me cuesta imaginar como hubiera evolucionado el pensamiento de Sarmiento porque él luchó en la época y combatió con la pluma para construir instituciones, en cambio hoy están construidas. Tiendo a pensar que su mirada respecto de algunas cuestiones no sería lineal, la del periodismo militante. Si me lo imagino frustrado por el estancamiento de la política educativa y por los problemas de institucionalidad y de calidad educativa que hay hoy y que él vería, me imagino, con cierta decepción y preocupación. Me parece que sabiendo que fue un obsesionado por ese tema me lo imagino batallando, opinando y proponiendo en ese terreno, en la Argentina del 2012.
