Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los grandes consumidores de higos en almíbar, además de duraznos conservados en aguardiente, uvas moscatel, arrollado de chancho, entre otras comidas típicamente sanjuaninas que solían prepararle con esmero en su casa materna, tal como pudo recabarse de la lectura de la correspondencia personal del prócer que se conserva en el archivo del Museo Histórico Sarmiento, en Buenos Aires, según consta en una nota publicada por DIARIO DE CUYO, de autoría de la periodista Mónica Martín, para el bicentenario del nacimiento del prócer. En cada carta que escribió Sarmiento dejaba traslucir su gusto por aquellos sabores que probó de niño y preparados por su madre. Incluso le pedía a sus hermanas que le prepararan productos locales y se los enviaran para sentirse más cerca de San Juan, tal como lo escribió en varias oportunidades. “Grande impresión causaron aquí los rosarios de higos. Si hay buenos, mándamelos. Feos son demás´´, supo decirle por carta a su hermana Bienvenida en 1874. En esa misiva también pidió aceitunas remojadas o prensadas, conservas de membrillos, que se “disputaban” sus amigos. Es más, en algún momento incluso le pidió a sus hermanas que no le enviaran más higos en almíbar porque estaba engordando. “Te incluyo una fotografía mía que muestra el grado de gordura alcanzado, disimulando así las arrugas y el deterioro de los años´´, le escribió de puño y letra a Bienvenida cuando era Presidente.
