Ejemplo de entereza y abnegación fue doña Paula Albarracín, cuya vida inmortalizó su hijo en "Recuerdos de Provincia”, una de las obras más emotivas de Sarmiento.
La casa todavía está allí, con el patio, la higuera -retoño de aquella otra- el telar… muchos terremotos la han castigado, pero como un milagro, las primitivas paredes, las auténticas, permanecieron en pie materializando la memoria de la noble mujer que la levantó: Paula Albarracín.
Fue su hijo Domingo F. Sarmiento, quien en las páginas de su libro inmortalizó la figura de su madre. No fue una heroína, ni una mujer de combate a la manera de Juana Azurduy, fue mujer y madre. La mujer abnegada, humilde y silenciosa: símbolo maravilloso de la madre americana que con su esfuerzo anónimo y fecundo contribuyó a la grandeza de nuestros pueblos.
Su hijo describió aquella casa donde transcurrió su infancia: aquella casa de mi madre, la obra de la industria, cuyos adobes y tapias pudieran computarse en varas de lienzo tejidas por sus manos para pagar su construcción.
El cuerpo de Pula Albarracín era tan recio como su espíritu. De elevada estatura y de fisonomía enérgica, su mirada penetrante reflejaba todas sus cualidades morales. Ni en los momentos de mayor estrechez acudió a pedir ayuda, pues habría sido para ella pedir cuartel en estos combates a muerte con su mala estrella, refiere su hijo.
Aferrada a los hábitos ancestrales, costábale a doña Paula aceptar las nuevas costumbres y cuando sus dos hijas, con espíritu renovados, se entregaron a la tarea de modernizar la casa y mandaron a talar la higuera, Paula lloró amargas lágrimas. Fue entonces cuando el hijo, dolido ante esa pena tan honda, exclamó: …¡No se desespere más, mamá, se lo ruego! Yo le prometo devolverle, a cambio de este árbol todo un bosque. De esta manera cumplió su palabra. Miles de árboles plantados por su iniciativa sembraron los caminos argentinos y dieron su generoso fruto.
En este libro que habla de su historia y lo que representa su madre salió a la luz pública en 1850 sin que nada hubiera modificado la circunstancia política del desterrado frente al gobierno de Rosas. Por el contrario se agravaron en la víspera; y hubo una intensa presión diplomática para obtener su silenciamiento. Según Leopoldo Lugones "Es el libro más sobrio y maduro el mejor de Sarmiento literalmente hablando”.
De esta obra los tres capítulos más difundidos; "La historia de mi madre”, "El hogar paterno”, y "Mi educación” están cargados de emoción humana.
