Anodina, carente de debates, sin propuestas concretas y fundamentalmente atípica. Así se puede resumir la campaña para las legislativas 2013, que nunca alcanzó a “explotar” en términos políticos ya que ni la crisis de salud de la presidenta, Cristina Fernández, logró sacarla del pozo. Los votantes vieron cómo sus principales reclamos (inflación e inseguridad) a penas rozaron, fortuitamente, la agenda de los candidatos que, a toda costa, intentaron esquivarle al bulto. Mejor era ir por camino seguro. Tan poco vuelo tuvo esta campaña que hasta el incidente del legislador kirchnerista, y candidato a diputado nacional por la Ciudad, Juan Cabandié, con una inspectora de tránsito que le quiso retener el auto por no tener el seguro al día, fue título de los diarios y dio mucha tela para cortar a la oposición que encontró una veta de oro, en tanta pobreza, para pegarle al oficialismo. También cobró dimensiones extraordinarias, dentro de la gravedad del suceso, el choque del tren de la línea Sarmiento en la terminal de Once. Fue otra mesa servida para cuestionar la ‘la crisis ferroviaria’ y denunciar la ‘inoperancia’ del Gobierno para así entibiar la campaña.
En este contexto, la aparición del candidato de UNEN, Fernando “Pino Solanas”, en Once, horas después del accidente, fue duramente repudiada por decenas de familiares de las víctimas, pasajeros y vecinos.
Pero la campaña tuvo otro impensado condimento político.
Tras el revés en las PASO que vio licuarse el caudal electoral del 54% alcanzado en 201, la Presidenta había puesto en marcha algunas reformas que reclamaba la gente, como el aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, y a todos sus actos llevaba a su principal candidato: Martín Insaurralde. Pero un hematoma en el cerebro dejó a Jefa de Estado afuera de la campaña. Sin Cristina para darle un empujoncito a sus principales candidatos, apareció en escena, en primer plano, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli. Relegado por el kirchnerismo en los últimos tiempos y blanco de las críticas de los funcionarios y dirigentes más afines a la Casa Rosada, Scioli fue convocado por el kircherismo para ponerle el pecho a las balas en la hora más crítica. Fue el renacer del sueño presidencial 2015 del exvicepresidente de Néstor Kirchner.
Scioli se puso la camiseta K para evitar hoy una derrota mayor a la sufrida en las primarias y mostrarse como el ‘garante de la transición‘, a fin de que el gobierno de CFK ‘termine lo mejor posible‘ y poder consolidarse, así, como el sucesor natural del kirchnerismo. De su mano, Martín Insaurralde fue acortando distancias en las encuestas que lo llegaron a situarlo 13 puntos abajo de Sergio Massa.
