Buenos Aires.- ¿Será otro brote verde? La demanda de créditos para el consumo, es decir los que piden los individuos o las familias, empezó a recuperarse en setiembre, a un ritmo -por volumen- que por primera vez en lo que va del año supera a la tasa de inflación. Lo que está ocurriendo en septiembre es esto: el stock de préstamos totales para consumo (personales, prendarios y tarjeta de crédito) creció al 4% en lo que va de septiembre comparado con lo que se observó en agosto. Y se expanden al 28,4% en el último año.
La delantera del repunte de la demanda la lleva el financiamiento con tarjeta de crédito, que se expande al 5,2% en el mes y acumula en los últimos 12 meses un crecimiento del 41,4%.
El de las tarjetas, por cierto, es el único rubro que “empata” en términos reales (o casi), con la inflación, que en los últimos doce meses fue del 43,5% según la inflación Congreso y Ciudad de Buenos Aires.
El resto de las categorías de crédito para consumo está teniendo esta performance: los créditos prendarios crecen 3,6% contra agosto de este año y 24,2% en comparación con un año atrás. Y en el caso de los personales, la expansión es de 3,4% y 32% respectivamente.
Martín Polo, economista de la consultora Analytica, que recopiló estos datos, consideró que la recuperación del crédito para personas es una reacción lógica ante diversos “incentivos” que se alinearon a favor del bolsillo: caída de la inflación y de las expectativas de inflación, crecimiento de la confianza de los consumidores y recuperación del poder de compra de los salarios. También suma el hecho de que se hayan diluido los temores a la pérdida del puesto de trabajo.
En verdad el salto en el stock de créditos de septiembre es el más elevado para un mes desde octubre del año pasado. Hay una explicación, que va más allá de la contracción del consumo por pérdida de ingresos reales de los hogares en la primera parte del año: en el último trimestre de 2015, sobre todo después del triunfo de Cambiemos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, hubo una sobre demanda de préstamos en moneda nacional (de empresas sobre todo, pero también de familias) apostando a que la deuda se licuaría gracias a la devaluación que efectivamente ocurrió a mediados de diciembre.
Ahora, en sentido contrario a la conducta de las personas, las empresas están tomando menos créditos en pesos, pero más en dólares. En setiembre el stock de préstamos en pesos creció apenas 12% respecto a un año atrás. Polo lo explica así: “La caída de las expectativas de devaluación está llevando a las empresas a priorizar el crédito en dólares, a tasas mucho más convenientes”.
De hecho, el stock de créditos en dólares ya equivale al 13% del total de los créditos otorgados por el sistema financiero. En diciembre, alcanzaba a solo el 4%.
Sí resulta llamativo que pese a la caída de las tasas de interés de referencia que indujo el Central, el costo de los créditos para el consumo se mantiene estable, en tasas del orden del 42% anual. Hay un crecimiento del spread respecto a la tasa que pagan los bancos por depósitos a plazo fijo, que llegaron a pagar al 27% y hoy no pasan del 20%.
El economista de Analytica ensaya una explicación: “Los bancos quieren mantener su margen, que se achicó levemente cuando el Banco Central les aumentó los encajes. Además, y esto tiene cierta lógica, si hay más demanda, por qué van a bajar el precio del dinero que prestan”.
Fuente: Clarín
