Esto significa que queda formalmente abierto el procedimiento de reconocimiento y registro de esta herramienta de diferenciación y agregado de valor para productos agrícolas y alimentarios con calidad vinculada al origen y las tradiciones, es decir, que presentan cualidades diferenciales debidas al lugar de producción y/o elaboración, incluyendo tanto factores naturales como humanos, explica en un informe la abogada Elena Marta Schiavone, especialista en propiedad intelectual y herramientas y valorización de alimentos.
Los vinos están excluidos, ya que se rigen por la ley 25.163, cuyo órgano de aplicación es el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
La garantía del origen y la calidad que trasmite el logo, presentados y registrados ante la autoridad de aplicación – la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación, es justamente la esencia de las denominaciones de origen.
Se dará lugar a la imposición de sanciones -apercibimientos, multas, decomiso de productos, cancelación de registros, etcétera-, así como a acciones judiciales correspondientes para excluir del uso a los terceros no autorizados, y la solicitud de la pertinente compensación de los daños ocasionados cuando: se detecten en el mercado productos que lleven indebidamente la indicación geográfica o de una denominación de origen.
Las IG / DO son mucho más que una clase de propiedad intelectual: hoy son parte de las políticas oficiales de estímulo a la calidad de los alimentos, como puede verse en la Unión Europea, donde se han registrado casi 1000 productos.
Se consideran verdaderas herramientas de desarrollo local, ya que pueden traer beneficios no sólo a productores, sino también a los consumidores y a las comunidades locales, tales como:
*Crear valor agregado y mejorar las condiciones de acceso a mercado.
*Producir un impacto socioeconómico positivo en las comunidades rurales: ya que aumentan la producción y crean empleos.
*Asistir a los productores locales a obtener un precio superior por sus productos.
*Mejor distribución del valor agregado en la cadena de producción y comercialización, ya que forman parte del atractivo turístico, y ponen en valor del patrimonio cultural gastronómico del lugar.
Una vez que se logre la implementación efectiva del sistema, podrá ser posible la puesta en valor de producciones regionales y "especialidades alimentarias" diversas, tan renombradas como carentes, hasta hoy, de soporte efectivo: Frutillas de Coronda, Cordero Patagónico, Salames de Tandil o de Colonia Caroya, Cerezas de Los Antiguos, Manzanas y Peras del Alto Valle del Río Negro y Neuquén, Chivitos de Chos Malal o Malargüe.
En San Juan hay productos que se distinguen sobre sus similares "foráneos": pasas de uva, uva de mesa, dulce de membrillo, tomates secos, melones de Media Agua, espárragos de Médano de Oro, y por supuesto, el Aceite de Oliva Extravirgen, cuyo prestigio y tipicidad es necesario afianzar, defender y difundir a los consumidores del país y del mundo.
