Básicamente el cultivo de tomate que va a ser destinado a finalmente ser secado al Sol, es similar al realizado para fábrica. Pero ocurre que en particular la diferencia mayor es que el fruto del que va a seco debe estar lo más entero posible, bien rojo, grande en tamaño y también es muy importante la sanidad total del mismo. Digamos que tiene un final más delicado, no puede cosecharse verde, pintón, con agujeros de orugas, por ejemplo, o atacado por enfermedades.
Se trasplanta a 1,40 metros entre líneas, normalmente, y se separan a 0,25 ó 0,33 metros entre plantas, según vigor de la variedad y otros parámetros técnicos. En cultivos tradicionales, digamos de un nivel medio, se obtienen 60 a 80 mil kilogramos por hectárea cultivada, y también según la zona de San Juan, tipo de suelo, experiencia, etc.
Pero ahora, con el equipamiento riego por goteo, fertirrigación y algunos detalles de manejo como la utilización de mulching plástico y selección rigurosa de la variedad a usar según el fin buscado, se ha llegado a los 145 mil kilos por hectárea, en Pocito.
Recordemos que la gente lleva el tomate a la fábrica, y luego termina destinándose a salsa, puré, concentrado, pelado, etc. En el caso del que va a secado, se calcula que el rendimiento industrial promedio es de un 20 % del total del fresco. Con 20 kilos de tomate rojo que llega del campo, se obtienen 1 kilo seco. Aunque ya hay numerosas variedades que logran llegar al kilo, con 17, 17,5 o 18 kilos de fresco.
Por eso la importancia de los ensayos. Este miércoles se transplantó en Jáchal un ensayo de 10 variedades, que está a cargo del ingeniero agrónomo Juan Avila. Están allí presentes: Dry 319, Chicago, Franco, HMX 3861, Star 9066, PX 2470002, PS 513, HMX 7885 , ISI 622 y Star 9065.
Numerosas familias tradicionales de San Juan se dedican a comercializar tomate seco en bolsitas, de diferente pesaje, en los mercados nacionales, pero son muy escasos los que lo producen a campo, generalmente lo compran a agricultores destacados, que hacen buenos cultivos.
El caso de las familias Moya, Krebs, Esteybar, Díaz, Zunino, Meglioli, entre muchas otras, son pilares conocidos en Cuyo y la Argentina en general, en los grandes mercados de Buenos Aires, Mar del Plata y Córdoba, centros de consumo y turismo, por sus esmerada presentación en estos tipos de delicatessen.
En el proyecto multiparticipativo de Barrick, Prune (de la familia Rodríguez) participa en el secado y la comercialización, colaboran los municipios y el gobierno provincial, los productores de Jáchal son los socios de APAG y en Iglesia, son todos cooperativistas.
