Otra semanita para el recuerdo: mientras el vicegobernador a cargo del Ejecutivo, Sergio Uñac, y el ministro de Minería, Felipe Saavedra, discutían acaloradamente con John Thornton, el número uno de Barrick en el mundo, para lograr que la minera no eche a los 5 mil empleados que hoy trabajan en Lama, las internas peronistas florecían en la CGT: un sindicalista que no acostumbra pasar muy seguido por la vieja casona de Avenida España, reclamaba gobernabilidad, con los que esa frase implica en estos tiempos sanjuaninos. ‘No es momento ni lugar para hablar de eso’, le respondió la mayoría de sus colegas al unísono. ‘El Estado funciona’, le agregaron. Ese mismo día, un dirigente barrial muy allegado al Gobierno alertaba sobre posibles saqueos, los que finalmente ocurrieron: el viernes a la tarde-noche jóvenes, en su mayoría, entraron a dos supermercados y algunos negocios de Capital y Rawson para llevarse de todo, menos comida: televisores, computadoras, zapatillas, perfumes, bebidas alcohólicas, hasta el monitor de una caja registradora, ropa, etc. Increíble. La respuesta a qué provocó los robos es un misterio ya que cuando los comercios eran asaltados, la Policía trabajaba normalmente. ¿Por qué hubo saqueos entonces? Ni en el Ministerio de Gobierno saben explicarlo. Le apuntan a dos o tres exjefes policiales, a los que siempre culpan, de impulsar una ola de rumores vía redes sociales y medios de comunicación sobre un posible acuartelamiento policial que, al final, no ocurrió. Eso, se cree en el Gobierno, generó la reacción de delincuentes que aprovecharon el momento para asaltar los supermercados. Raro. Sí nació una protesta por aumento de sueldos de los policías, tal vez empujados por lo que pasa en otras provincias donde pedidos similares tuvieron respuesta favorable y, es cierto, por los bajos sueldos, de eso no hay objeciones. Los policías dispersaron entre ellos la orden de participar de las asambleas en el Comando Radioeléctrico en los contraturnos. "En las horas de trabajo, se trabaja", resumió a este cronista un exjefe policial que estuvo del lado de los protestantes. Lograron acuerdo. Igual, quedarán preguntas sin respuestas puertas para adentro del Ejecutivo: ¿dónde estuvieron el Jefe de Policía y el Secretario de Seguridad durante el conflicto? En fin, entre Barrick y los policías, mucho para pocos días.

Barrick

La reunión entre Thornton, Saavedra, Uñac y otros ejecutivos de la minera canadiense duró cerca de dos horas. Pasó por todos los estados: desde la amabilidad del inicio, hasta el calor de un final abierto. El norteamericano explicó que la empresa necesita tiempo para que el precio de los metales se recupere y dijo que hasta que eso suceda, iban a desmovilizar Pascua-Lama. Es decir, Thornton vino a la provincia comunicar que dejaban 500 empleados solamente, contra los 5 mil que el Gobierno dice que hay entre el campamento y las oficinas de Albardón. Catástrofe. Uñac, cuentan los presentes en distintos tonos, frenó la alocución del extranjero para espetar una frase por la que el grupo de Barrick pidió tiempo muerto para hablar entre sí en inglés. De esa frase, poco se conoce, sólo se sabe que involucra a Pascua-Lama y una inversión muy superior a la que los empresarios deberían hacer si deciden quedarse y mantener los 5 mil empleados que hoy dicen tener. Los extranjeros quedaron con la boca abierta y pidieron tiempo muerto. El viernes que viene se vuelven a reunir. En el Gobierno se guardan una carta que no quisieron revelar. Y son optimistas.

Policías

El otro potro indomable surgió de la nada. ¿Alguien iba a pensar que en San Juan se iban a vivir momentos como los que se vivieron el viernes en la noche? Difícil. Cuentan en estricto off en Casa de Gobierno que a las siete de la tarde del mismo viernes aún el ministro de Gobierno, Adrián Cuevas, negaba los saqueos y el agrupamiento policial. Alguien hizo llegar la información certera, cuando ya no podían detener nada. Se guiaron en ese Ministerio por los rumores de los miembros del mismo Gobierno, no por investigaciones. ¿Y los Servicios de Inteligencia de la Policía? Las dos horas que demoraron entre el anuncio de una cadena oficial y la palabra de Uñac fueron interminables. Dicen, también sin micrófono en la mano, que hubo dos discursos: uno más duro que se abortó, y otro de menor intensidad que fue el que finalmente se difundió. La decisión de elegir entre uno y otro fue de Uñac apostando al diálogo con los protestantes, cuestión que al final entregó buenos resultados. Todos esos errores y la falta de información, prometen más capítulos. Algunos no perdonan las ausencias de José Luna, el jefe de la Fuerza, y del secretario de Seguridad, Ángel Riera. El último apareció en el Penal de Chimbas el viernes a la noche, tomando nota de los reclamos de los guardiacárceles. Y del primero, al menos en este diario, nunca hubo noticias en todo el conflicto. A medida que el tiempo pasa, los miembros del Gobierno se van conociendo un poco más las caras. ¿Habrá consecuencias políticas de este acontecimiento? Se verá, pero algunos apuestan a que debe haberlas.