Es cordobés y se llama Miguel Calderón. Sin embargo, todos lo conocen como "El Rey’ Pelusa, el famoso cantante que hace casi doce años se despidió musicalmente del país con un recital en San Juan y se radicó en Estados Unidos. El mismo que -con la tonadita intacta- decidió regresar al país para hacer una gira repasando sus éxitos, que posiblemente concluya a fin de año con un gran concierto en estadio Luna Park., y que como no podía ser de otro modo, tendrá una estación sanjuanina: la próxima semana en el estadio Aldo Cantoni. Allí, el popular artista de 62 años y toda su banda brindarán un megashow de tres horas. Parado entre el rock y el cuarteto -como se describe- desgranará grandes éxitos como Viejo lobo, Corazón de acero, Tus ojos y muchos otros que fueron furor en su paso por el grupo Chébere durante los 80. DIARIO DE CUYO entrevistó al "Rey’ antes de su recital.
– ¿Cómo te recibió el público luego de tantos años?
– Fue algo muy emotivo. La vez que tomo decisiones tan importantes, lo hago con mucha seguridad. Y sucedió justo ahora. Estuve mucho tiempo viendo crecer a mis nietos, disfrutando con mi familia en Miami. Cuando elegí volver a la Argentina, no imaginé la magnitud que resultó mi regreso.
– ¿Qué recordás de San Juan?
– Mis primeros viajes fueron por el "86 y tuve una recepción increíble. El cariño que me devuelven los sanjuaninos es impagable. En 1999, mi última presentación nacional fue en San Juan y nunca lo olvidé. Con los sanjuaninos hay un romance especial, les guardo mucho cariño. En los bailes se portaban como auténticos cordobeses, no encontré diferencias.
– ¿Por qué te exiliaste en Estados Unidos?
– Fue una decisión natural, nada de otro mundo. Estaba trabajando flojo a fines de los "90 y quería retirarme de la música con 40 años. Es más, desde que tenía 17, quería conocer, pero se me dio la oportunidad a los 48. Fui primero solo y después mi familia. Estos 12 años fueron como un descanso prolongado.
– ¿Cómo fue tu vida allá?
– Quise intentar algo distinto, tuve ofertas tentadoras pero me aventuré a trabajar en otro ámbito. Mi vida en Miami estuvo desligada de la música. Hice todo lo que te puedas imaginar, siempre legalmente. Fue un cambio fuerte y nada fácil.
– ¿Fue, como dicen, que te cansó el cuarteto?
– Mi relación con el cuarteto siempre fue buena, aunque vengo de un palo diferente, que es el rock. El cuarteto me fascinó en su momento, no tanto la música en sí, sino el público. Después me tocó la etapa de Chébere durante 5 años pero cuando hice mi carrera solista, ahí me gustó más.
– ¿Quisiste ser una bisagra o un nexo entre el rock y el cuarteto?
– Eso fue siempre una meta, lo demostré en cada disco y en cada canción. Ahora, a mis 60 años, tengo la posibilidad de grabar un nuevo disco con las canciones que escribí en Miami.
– ¿Quiénes te marcaron en el rock?
– Después de The Beatles y los cantantes afroamericanos, Spinetta; y me encantaba mucho Manal.
– Hoy es casi frecuente juntar rockero y cuarteteros en el escenario ¿Cómo lo ves?
– Siempre y cuando sean honestos, el cuarteto se puede enriquecer con el rock y viceversa. A mí no me gusta mucho un rockero cantando cuarteto, pero como Spinetta ya no está, chicos hagan lo que quieran (risas).
– ¿Qué le falta al cuarteto como género?
– Volver a la fuente, sacar un poco el merengue y sentarse a componer sus propias canciones. Como espectáculo creció muchísimo y en lo tecnológico, las presentaciones tienen muy buen nivel.
– ¿Y qué pensás de La Mona?
– Es un fenómeno que ni los sociólogos pueden explicar. Encontró la fórmula perfecta para conectarse con la gente. Es un artista, en cambio yo simplemente soy un cantor, tengo perfil bajo. La Mona es simpático las 24 horas.
– ¿Y por qué te llaman El Rey?
– En el "84 se hizo un baile a beneficio en el hospital de niños de Córdoba. A un locutor muy conocido se le ocurrió juntar a los reyes magos con el recital de Pelusa, y ese día de reyes quedé bautizado como El Rey.
– ¿Cantará hasta que el cuerpo diga basta?
– Esto es un volver a empezar, pero con el terreno alisado. No soy desconocido, la gente me esperaba, y yo me quedaré haciendo cosas hasta que se me acaben las ideas o la gente se canse de mí y ya no le interese… Cuándo será, no lo sé.
