El 11 de abril de este año, en la Vigilia del Segundo domingo de Pascua, día de la Divina Misericordia, el Papa Francisco emitió una Bula Papal llamada MisericordieVultus, invitando y proclamando un nuevo año Jubilar: ‘el año de la Misericordia”. Este año jubilar comienza el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción y concluye el próximo 20 de noviembre del 2016, solemnidad de Cristo Rey. En el documento el Papa Francisco vuelve a recordar al mundo que la esencia de Dios ‘es la misericordia”. Israel pueblo elegido, experimentó siempre, a lo largo de su historia, a un Dios ‘eternamente misericordioso” (Salmos 88. 136), donde el espacio y el tiempo están sumergido en la eternidad del amor de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos (Gálatas 4,4) la Misericordia se hace visible y entra al mundo a través del rostro de Jesucristo, el verbo de Dios que se hace carne y puso su tienda entre nosotros” (Juan 1,14). ¿Qué es un año Jubilar? Es un año especial proclamado por la Iglesia, llamado comúnmente ‘Año Santo” o ‘Año de Gracia”, tiene como fin buscar la santidad en nuestra vida, brindando un espacio de arrepentimiento de nuestros pecados y convirtiéndonos, nos reorientemos a a Dios y nuestros hermanos. ¿Qué era el Jubileo? En el capítulo 25, 8-18 del Libro del Levítico, aparece la cuestión del Año Jubilar como una de las prácticas litúrgicas celebradas por Israel. El año Jubilar está prescripto dentro de la llamada Ley de Santidad. Esta Ley contiene además de normas, prescripciones, bendiciones, un calendario festivo de anual y la celebración de los Años Santos. Estos son 2, el Año Sabático y el año Jubilar. Este último debía celebrarse cada 7 semanas de años, es decir, 49 años, y el año entrante, es decir, el año 50, rezonaba un cuerno de cordero, el día de la Expiación, proclamando e inaugurando el Año Santo. El término jubileo esta tomado de este instrumento que se ejecutaba. Cuando San Jerónimo tradujo la Biblia al latín, tradujo el vocablo hebreo ‘yobel”, que significa ‘cuerno” por la expresión latina ‘iubilaeus”, que significa ‘grito de alegría, gozo, alabanza de los pastores”. Ahora bien, el texto del Levítico establece que en el año jubilar corresponde: condonar las deudas, hacer descansar la tierra, ayudar al prójimo y no perjudicarlo, restituir las tierras a sus antiguos propietarios, y liberar a los esclavos. Ahora bien, el primer Jubileo cristiano es proclamado por Jesús al iniciar su ministerio público desde la tierra de Galilea, cuando en Lc 4,16ss estando en la Sinagoga de Cafarnaúm, le pasan el rollo de la Escritura y lee el pasaje de Isaías 61,1-2 que dice ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. La Iglesia como depositaria de la revelación de Dios y humilde administradora de la gracia de Jesucristo, ofrece al mundo, a través de su pastor universal, el Papa Francisco, este año jubilar de la misericordia. En los años jubilares la iglesia concede lo que se suele llamar con el término ‘indulgencia” para el perdón de los pecados. La indulgencia es un momento especial de perdón para limpiar totalmente el pecado. El pecado tiene una doble dimensión: culpa y pena. Cada vez que nos acercamos a la confesión la absolución sacramental se perdona la culpa del pecado, pero la pena del mismo -llamado también reato de pena- queda acumulada. Esta pena necesita ser curada y perdonada, la pena es aquella secuela triste que dejó el pecado y que nos sigue alejando de Dios. Las indulgencias concedidas por la Iglesia perdonan esas secuelas de manera parcial o total. Que este año Santo, año de gran bendición para todo el mundo sirva para reaccionar y cambiar nuestra vida.