Un clima de serenidad reinaba ayer entre los argentinos que lamentaron la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.
El centro de la escena, otra vez, fue el cementerio municipal de Río Gallegos, la capital santacruceña donde nació el fallecido diputado nacional. La necrópolis abrió ayer sus puertas para que decenas de personas pudieran depositar flores y ofrendas en la tumba del ex presidente, ubicada en un sencillo panteón familiar, pintado de blanco y amarillo, protegido por una valla.
Los empleados del cementerio esperaron hasta las primeras horas de ayer a que la última persona que formó fila para despedirse de Kirchner visitara la capilla ardiente del lugar para trasladar el féretro al panteón propiedad de Carlos Kirchner, funcionario nacional y primo del ex mandatario. Allí, los restos del ex presidente quedarán en guarda hasta que la familia construya su panteón propio en el mismo cementerio.
En la capital de Santa Cruz reinaba la serenidad. Las banderas permanecían izadas a media asta y en algunas ventanas de las casas y comercios de la zona los vecinos decidieron colocar crespones negros para recordar al patagónico. En tanto, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se recluyó en su vivienda nueva de esa ciudad junto a sus hijos, Florencia y Máximo Kirchner, tras lo cual viajó a la residencia de El Calafate (Santa Cruz) donde el miércoles vio morir a su esposo.
Cristina había llegado a su nueva casa, el chalet de 450 metros cuadrados ubicado en el Barrio Jardín, cerca de las once de la noche del viernes pasado. Máximo se retiró poco después de las doce a su casa donde pasó la noche con su novia María Rocío García.
Las cortinas cubrían al mediodía de ayer los ventanales de la casa donde descansaba Cristina. Afuera, unos doce custodios repartidos en seis camionetas controlan la seguridad. Hasta ahora, la decisión de la presidenta es regresar a Buenos Aires para retomar hoy su agenda oficial en la Casa Rosada, según el subsecretario de Medios, Alfredo Scoccimarro.
La mayoría de los funcionarios había regresado ayer por la mañana a Buenos Aires. El último traslado del féretro de Kirchner se concretó en la madrugada de ayer por pedido de la familia y la presidenta que quisieron dejar que el último poblador que se presentara para despedirse pudiera acercarse al ataúd, confiaron fuentes locales.
Así, minutos después de la medianoche los empleados del cementerio trasladaron el ataúd hasta la bóveda donde descansan también los restos del abuelo de extinto presidente, Carlos Arturo Kirchner.
