No era un lunes cualquiera para el circo mediático. El lunes pasado, Claudia Ciardone debutaba en el Bailando (en reemplazo de María Eugenia Ritó). Y si bien la siliconada platinada no era noticia en sí misma, venía con yapa: el novio. Él le había anticipado que no iría a verla, pero como era previsible, sí fue (¿se la iba a perder?). Ataviado con un estrambótico tapado, Ricardo Fort hizo su reentre al estudio de Tinelli -y "oficialmente" al ruedo televisivo- luego de una larga ausencia (prácticamente desde que culminó el Bailando 2010) a la que puso fin con oportunas y polémicas confesiones sobre su sexualidad, seguidas de un musical donde le estampó un efusivo beso a un bailarín, el sábado último. Fiel a su estilo, flanqueado por sus guardaespaldas y con cámaras siguiendo sus pasos, entró al estudio y fue recibido con un fuerte abrazo por Marcelo Tinelli, el dueño del circo, quien ya se había ocupado de ir caldeando el ambiente -(¿se la iba a perder II?)- preguntándole incisivamente al díscolo jurado qué le parecía la ruidosa visita, a sabiendas del encono que Fort tiene con Flavio Mendoza y Aníbal Pachano, y viceversa (Moria y Grace estaban chochas; y Polino ni fu ni fa).

Una vez adentro, el hombrecito de la galera se limitó a un par de gesticulaciones y prefirió quedarse en el molde, no así el coreógrafo. Los picotazos comenzaron en versión verbal, hasta que Flavio no pudo con su adrenalina y salió de su puesto para encarar a Fort, sentado del lado de la platea, donde fue interceptado por los musculosos y Tinelli lo persuadió de volver a su lugar. Pero cuando el empresario -a quien Marce habilitó entregándole cándidamente un micrófono- interrumpió la devolución, todo volvió a irse de madres.

"¡Invitada! Dejate de embromar, si somos dos mariquitas. Me conocés de Bunker de toda la vida", gritaba Flavio. "Soy bien machito y me gustan los hombres machitos" ¿retrucaba? Fort. "Sí, lo sé. Si pagabas mil mangos para llevarte tipos de gato a tus viajes", pedía el vale cuatro Flavio; y así una y otra más, en una olla a presión que iba ganando bares.

El climax vino cuando el jurado volvió a acercarse a Ricky. En medio de la calurosa discusión, le dio un toque en la cabeza, el fortachón le pegó un empujón, el bailarín tiró una patada y tuvieron que separarlos. La rubia lloraba, el rubio hervía, el morocho explotaba y el conductor, serio y compungido por la dramática situación… ¿Pensaría en el rating?

Armado o no (hasta Flavio acusó a su jefe de ser el responsable de semejante trifulca, cosa que el conductor negó visiblemente molesto), lo cierto es que la formulita dorada volvió a rendir sus frutos: en la tele de hoy, el escándalo mide, por más que la mitad más mil se lamente a gritos y siga diciendo que no ve a Tinelli.