Fundación PROTEA trae esta noche el nuevo espectáculo del genial cómico cordobés Fernando "Flaco" Pailos, quien viene con su desopilante unipersonal "Que lo pailó", show que celebra sus 20 años de humor en los escenarios. Pailos recrea los cuentos más graciosos de su carrera con nuevos e hilarantes personajes. Previo a la función en el Teatro Sarmiento, el comediante, humorista y músico habló con DIARIO DE CUYO.
– Haré un resumen de los mis 20 años recopilando aquellos chistes que me gustan y que gustaron mucho a la gente. Con la incorporación de un personaje nuevo: Tranquilino Zarazaga, un santiagueño que tiene que limpiar el teatro y los quiere echar a todos del lugar. Pero luego se pone a contar anécdotas de su pueblo. Luego vengo yo con una guitarra, que no llega a ser tal, sino más bien como un ukelele, que les hará cantar a todos durante casi dos horas de show. Además, haremos un homenaje a Gustavo Cerati y a Pappo Napolitano. Intercalando cuentos, con los músicos que me acompañan, Germán Nager en el piano y Agustín Bartolomé en el saxo. Será como un repaso de mis doce discos. Estamos muy contentos y relajados por esta gira que hacemos en Mendoza y San Juan.
– Porque soy muy fanático de Soda Stereo. Los iba a ver en los 80 cada vez que pasaban por Córdoba. También cuando se reunieron en el Estadio Kempes con la vuelta de la banda. Pappo es un genio del blues y me encanta. Además, el público se prende, sobre todos los más grandes que conocen sus canciones. Todos se ponen a cantar. Entre tema y tema meteré unos bocadillos. A todos los lugares donde fuimos pega mucho. Cerati fue alguien muy querido por el pueblo porque ambos marcaron a muchas generaciones.
– Todo fue positivo para mí. Empecé como músico y tenía banda propia durante diez años y con el humor fueron 20. Así que en realidad, 30 años de vida artística, no me puedo quejar. Pasé buenas vivencias, conocer gente, lugares. Por novena vez que estaré en San Juan y lo que más disfruto es ver esa sala de teatro llena y haber conocido el país y el mundo. Llegué a Europa encontrándome con sanjuaninos, riojanos, correntinos, mendocinos, santafecinos. Lo que más rescato es el cariño y la buena onda de la gente. Es espectacular y ojalá pueda durar por mucho tiempo más.
– Creo que no debo abandonar los remos nunca. Siempre debo remarla en el dulce de leche, aunque sea con hisopos. La cosa es mantener la humildad. No creérsela. Si te la creés, fuiste porque en este medio la gente te ve si sos soberbio, lo detecta y te abandona. Trabajo cada función como si fuera mi primer espectáculo. Actualizarme también es bueno. Hice muchas cosas como instalar todo un barco en un escenario o construir la escenografía del 25 de Mayo o un coliseo romano. Renovando, sin perder la humildad y pinchando el piso con la gente alrededor, pensando en ellos. Esa es la clave.
– Siempre lo hice y nunca dejaré de hacerlo. Sucede que el tiempo más fructífero que tuvimos los humoristas fue con Menem para reírnos de la política. Con lo que generaba él, daba pie para hacer muchos chistes. Por ejemplo, cuando se casó con la Bolocco, entonces se decía que se parecía a un Chucky al lado de Barbie. O temas de la corrupción. Me acuerdo que para esa época hacía un pin pong de preguntas y respuestas: ‘¿Cómo te das cuenta que un político te está mintiendo? Bueno, como te mueve los labios’ y cosas así. Pero con Kirchner y Cristina fue todo diferente. Se paró un poco la onda. A él le dábamos solo por lo físico, lo de su ojo. O porque se pasaba junto a Cristina. Yo igual le daba con un caño a todos, de cualquier partido que sea. Ahora todo está medio dividido. Hay humoristas que tiran a favor, otros en contra. Lanata lo intentó hacer, pero estaba muy parcializado. Yo cuando hago humor político le doy desde al concejal hasta al intendente y al gobernador o presidente y de cualquier partido que sea y de todas las épocas.
– No me animaría ahora. Para hacer un programa humorístico, se necesita mucha plata y producción, de buena calidad. No me gustan los chistes actuados. Pero me siguen llamando para estar en programas de televisión de Buenos Aires. Cada vez que voy me va bien. Uno tiene que saber moverse en todos los ámbitos. Pero me conocen más en San Juan que en Capital Federal. Son las reglas de juego, es así. Pero el teatro es lo máximo, ahí espera la gente que la haga reír y ese momento es impagable.
– En mi caso no se da, conozco a otros humoristas que sí lo son. Yo trato de vivir el momento, tengo mis hijos y mi mujer y gracias a esto viajo a tantos lados. Tal vez pierda un ser querido y me sienta muy mal, eso es comprensible. Pero no puedo estar mal con lo que hago. Ahora, si el tipo que baja del escenario y tiene cara de orto y no le da bola a la gente, sinceramente no lo entiendo. No soy así. Hay pocas cosas que me hacen enojar. Con 50 años me controlo, pero me irrita la injusticia. Soy un tipo muy tranquilo y todo me lo tomo con soda. Y también con fernet. Para que me enoje me tienen que hinchar mucho los huevos.
– El sanjuanino y el mendocino son públicos muy exigentes. Por suerte, con tantos años que voy, las devoluciones son fantásticas. Yo me siento muy tranquilo, como si estuviera en mi casa, y todas las veces recibo muy buena onda.
