El nuevo plan de créditos oficiales para la cosecha de uvas, aceitunas y demás producciones locales deberá remontar una larga historia de experiencias fallidas en la provincia, con los vaivenes sufridos por las variadas líneas de financiación que datan de los setenta.

En la historia reciente, más concretamente desde el 2004, fueron contados con los dedos los viñateros que pidieron los créditos de cosecha y acarreo, la línea más famosa de financiamiento. Es que los productores se acostumbraron por años a que esos créditos los dé el Estado y en consecuencia, huyen de los bancos y de las garantías prendarias. Y eso ocurre por más que el Gobierno sigue puliendo las líneas y ofreciendo cada vez más beneficios sobre todo a los pequeños productores. En los años 2004 y 2005 las líneas no tuvieron éxito. En el 2006 se suavizaron las exigencias -aunque siempre a través del banco- y se animaron una veintena de productores. Al año siguiente se duplicó la cifra. En el 2008 vino la crisis y el mecanismo que diseñó el gobierno -uno indirecto, en que el productor podía conseguir dinero a través de la bodega o la mostera- no convenció y tampoco hubo demasiados pedidos.

Habrá que ver qué sucede ahora con el nuevo “paquetazo” de financiamiento blando que prepara el gobierno. Pero ya se adelantó que sigue firme el eje más resistido que es el del financiamiento bancario.

El gobierno de Gioja no quiere repetir malas experiencias anteriores donde el gobierno se clavó cuando los viñateros no devolvieron la plata. El caso polémico más reciente es el del 2001 cuando el gobierno de la Alianza (Avelin) tomó 10 millones de pesos del banco Nación y los ofreció a los viñateros a una tasa muy barata, con garantía sobre el vino y mosto. Pocos devolvieron pesos y la mayoría pagó en especie al Estado. Pasaron unos cuantos años hasta que el gobierno logró vender esos vinos y mostos, y naturalmente, terminó perdiendo mucha plata, unos 7 millones de pesos.