Desde que Hugo Bazán se colocó el anillo gástrico, un día como hoy pero hace exactamente tres años, su vida fue como una montaña rusa. Los vaivenes de peso le quitaron el sueño durante muchos meses. Pasó de 182 a 150 kilos. De 150 a 123 kilos. Luego subió a 150 para volver a bajar a 140, que es lo que pesa en la actualidad. El hombre fue el primero en la provincia en someterse a una operación para bajar de peso, subsidiada por el Estado provincial. Pero su lucha por estar saludable no tiene fin. Dice que la operación no es una solución mágica. "Sigo luchando contra mi peor enemiga, la ansiedad", asegura.
Sin pedírselo, Hugo no duda en hacer flexiones y tocar con las manos la punta de sus pies. Está ansioso para que la gente vea cómo se recuperó en estos tres años. Sin embargo, cuenta que lo que le cambió la vida no sólo fueron los kilos que bajó, sino una actitud positiva ante las distintas situaciones. De vender sus herramientas para sobrevivir, porque no podía trabajar por el sobrepeso, Hugo pasó a hacerse cargo de cuatro plantaciones en la zona de Carpintería y Cochagual. "La clave está en mantener actividad física. Antes de entender esto subía y bajaba de peso sin control", cuenta el hombre.
Después de que le colocaron el anillo gástrico, los días no fueron fáciles. Llegó hasta no poder tomar agua y todo lo que veía le daba asco. Fue hasta que se acostumbró. "Bajé más de 60 kilos pero cuando volví al sedentarismo del almacén y al estrés cotidiano, empecé a aumentar de peso nuevamente. Entonces no me quedó otra alternativa que cambiar de actitud", dice Hugo. Ahora trabaja más de 11 horas diarias en el campo y hasta mejoró la relación con su familia y amigos.
"La lucha contra la obesidad no tiene fin. No sólo basta con una operación. Lo que más me cuesta ahora es manejar mis emociones. Si estoy muy feliz, como si estoy triste, también. La ansiedad me mata y sólo la puedo combatir con actividad física y teniendo la cabeza puesta en proyectos", cuenta el hombre.
Hasta hace tres años Hugo dormía en una cama ortopédica que le dieron en la Municipalidad de Pocito y estaba conectado a un tubo de oxígeno porque, a causa del sobrepeso, tenía dificultad para respirar. Incluso, en varias oportunidades pensó en quitarse la vida. Hoy se mueve con agilidad y le faltan palabras para contar sobre su nueva vida. La única preocupación que tiene Hugo es que le falte dinero para terminar de sembrar.
El caso de este hombre, cuyo diagnóstico era "obesidad mórbida o dormida", salió a la luz a través de las páginas de DIARIO DE CUYO en julio del 2006. Entonces la operación costaba 25.000 pesos, pero Hugo no tenía el dinero. Pocos días después, desde Desarrollo Humano anunciaron que iban a pagar la operación.
