Este, como todos los 25 de Mayo, deben ser recordados como una convocatoria a reflexionar y asumir el coraje y la entrega de los patriotas que impulsaron la gesta fundacional que nos llevaría a la independencia con identidad republicana. Rememorar la Revolución de 1810 no pide aplausos ni retórica elocuente sino la continuidad en el esfuerzo y en la pasión para consolidar ese legado.
La Primera Junta de gobierno surgida de la voluntad del vecindario de la gran aldea del Virreinato del Río de la Plata, fue el primer ejercicio democrático en nuestra historia y para comprender la magnitud del impulso emancipador es necesario ubicarse en el momento político, social, económico y cultural de la época, el clima reinante que templó el espíritu de los Hombres de Mayo.
En este contexto fue determinante multiplicidad de factores que pusieron en evidencia la crisis que sufría el imperio Hispano y también la independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretaña, observada por los criollos como ejemplo de la factibilidad de una revolución e independencia en Hispanoamérica. Una visión global ante un mundo de transformaciones que precipitaban grandes cambios a partir de las guerras napoleónicas, la independencia norteamericana, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial.
La Revolución de Mayo nos compromete en cada conmemoración porque siempre podemos ser protagonistas y creadores por lo que nos sucede y el ideario del Cabildo reclama ahora esfuerzos para dejar atrás los desencuentros recreando la unidad en la diversidad con igual patriotismo. Es decir, buscar el consenso para resolver los problemas del presente en base a la comprensión, y mirar al futuro honrando el pensamiento de de los patriotas con responsabilidad ciudadana.
La actual crisis de valores nos impide ver el horizonte de la Argentina soñada. Necesitamos un verdadero reencuentro con tolerancia y diálogo amplio que concentre las diferentes formas de pensar para orientar el desarrollo. Para eso se necesitan estadistas y no administradores coyunturales con metas efímeras de poder.
Nadie puede modificar lo que no asume, por eso es necesario celebrar hoy por la herencia recibida, pero fundamentalmente pensando qué hacemos como ciudadanos para mantener vivo aquel ejemplo emancipador.
