Un estudio privado revela que en el primer trimestre de 2013 el poder adquisitivo del salario fue menor que en los mismos meses del año pasado. La consultora Finsoport, señala que desde mediados de 2012 el ritmo de crecimiento del salario real disminuyó y en los primeros tres meses de este año se tornó negativo. Para determinar el poder adquisitivo, se utilizó el índice salarial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), pero lo deflacta: es decir, convierte los salarios nominales en reales, tomando en cuenta su propio estimador de precios y no el cuestionado índice oficial, que, en palabras de la subsecretaria de Defensa del Consumidor, María L. Colombo, no sirve para hacer las compras ni para negociar paritarias.

La consultora observa que en enero el poder adquisitivo de los salarios fue 1,6% menor que en el mismo mes de 2012; en febrero y marzo la baja fue de 2,3 y 0,7%, respectivamente. La caída menos pronunciada de marzo, se debe al cierre de las primeras paritarias. Lo cierto es que los ciudadanos comprueban que cada vez que se accede a un almacén o supermercado, los precios aumentaron y el dinero alcanza para poco.

La nueva medida de congelamiento de precios de 500 productos por tres meses, supervisado bajo el lema "Mirar para cuidar” es de dudoso resultado. La propuesta de un control de precios con militantes comenzó a circular en la literatura de La Cámpora de Buenos Aires. Un comunicado interno del 25 de febrero pasado proponía en su noveno acápite "armar un listado de precios testigo e ir a comprar esos productos al mismo lugar, todas las semanas y conservar ticket y comparar precios”.

En los últimos 35 años ocurrieron casi la totalidad de los "acuerdos de precios” que hubo en la Argentina y ninguno logró bajarlos. En todos, incluso en los últimos, quedó demostrado que cuando el Gobierno interviene fijando precios en un contexto de alta inflación, termina generando una competencia salvaje: los grandes supermercados comienzan a buscar huecos en el mercado para vender a precios altos como mecanismo de resguardo y, al mismo tiempo, fomentan la competencia entre sus proveedores.

Esta acción termina por someter a los pequeños a competir en desventaja con los más grandes y agravar los problemas de inflación, sobre todo para los sectores que dependen del salario.