Era la "Reina del bolero". Fue la primera latina en cantar en el Carnegie Hall de Nueva York -1964- y la primera mujer cubana en tomar como propio ese género romántico por excelencia. Sin dudas esa fue Olga Guillot, la voz que ayer dejó de sonar enmudeciendo al bolero.
La cantante que falleció de un infarto a los 87 años en el hospital Monte Sinaí de Miami, nació el 9 de octubre de 1922 en Santiago de Cuba. Siendo pequeña se mudó a La Habana donde inició su carrera a los 14 años.
Su despegue solista fue en 1945 convirtiéndose en la primera cubana en adueñarse de un ritmo confinado a los hombres y que en la isla sólo se escuchaba en voces femeninas mexicanas.
En 1946 la Asociación de Críticos la seleccionó "la cancionera más destacada de Cuba" y en 1950, ya era una figura infaltable en la radio y la TV cubana. Tanto que el famoso astro Nat King Cole ensayó sus canciones en español con ella.
Sin embargo; tras expresar desde temprano su descontento con el Gobierno, la diva abandonó su patria en 1961 con su única hija Olga María -hija del compositor René Touzet-, rumbo a Caracas (Venezuela).
"En Cuba silenciaron mis boleros, quemaron mis programas de radio y televisión", declaró hace 2 años la estrella que fijó su residencia definitiva en México. Así es que, en sus últimos años, vivió entre México y Miami Beach.
En 1958 ancló en Europa por primera vez y en el mundialmente famoso Casino de Palm Beach, en Cannes, compartió escenario con el legendario Gorrión de Francia, Edith Piaf.
Elogiada y multipremiada. La voz que se ganó un lugar entre sus colegas varones, deja inédita una autobiografía cuya publicación fue postergando. Pero será recordada como ella quería: "como la mujer que le cantó al amor" (Ftes: El Universal.com. Efe y Telam)
