El día comenzaba muy temprano para los brigadistas de la mina Gualcamayo que viajaron hasta Jujuy para realizar una intensiva capacitación en materia de apuntalamiento y salvamento de personas en riesgo por derrumbe en una mina subterránea. Las tareas se extendían desde las primeras horas de la mañana y se prolongaban hasta altas horas de la madrugada. La idea fundamental, según la ONG que organizó el curso era que todos los brigadistas pudieran afrontar tareas en situaciones “lo más reales posibles” y en horarios “no habituales” al desempeño de sus tareas.
“Fue un aprendizaje permanente, una experiencia increíble desde lo teórico, hasta el mismo momento en que se ingresa a la mina abandonada, llena de humedad y oscura para rescatar a dos personas que estaban dentro de las galerías apostadas a 300 metros en el interior de la montaña”, comentó Hugo Montero, Superintendente de Seguridad y jefe de la brigada de Gualcamayo. Y agregó: “Las súper intensivas cuatro jornadas estuvieron guiadas por instructores de talla internacional provenientes de Brasil y Chile.
Todo esto te da la posibilidad de aprender todo el tiempo de todos, y por sobre todo a trabajar en equipo, indistintamente de quién sea la persona que tengas al lado (paramédico, personal del ejército, otro brigadista). La idea es que en un caso de emergencia todos puedan trabajar coordinadamente, incluso sin necesidad de hablar el mismo idioma, porque para eso existe un protocolo internacional de rescate”.
El lugar elegido para desarrollar las tareas de socorro fue la mina 9 de octubre, localizada en las Serranías de Zapala, en la provincia de Jujuy. Un yacimiento lleno de galerías internas que fue abandonada hace décadas y que actualmente reúne condiciones importantes para el desempeño de rescates: humedad, malas condiciones de visibilidad, gran profundidad en sus galerías, gran cantidad de material en desuso y rocas apostadas en todo el camino interno etc. Según comentaron fuentes que participaron del curso, las primeras tareas de rescate se realizaron sin tiempo para evitar frustraciones de primer momento. Sin embargo, luego de innumerables intentos, las tareas comenzaron a cronometrarse intensivamente para mejorar el rendimiento. Fue así que la brigada de emergencia de Gualcamayo entró en escena y los ocho integrantes que viajaron hasta la provincia norteña ingresaron a la mina para realizar tareas de apuntalamiento y rescate de dos personas apostadas en el interior de las profundas galerías. “Cada uno tiene que ir realizando una tarea específica: mientras algunos miden la temperatura y el polvo en el ambiente, otros realizan las tareas de apuntalamiento y otros brigadistas tienen que llegar hasta las víctimas para asistirlas y embalarlas para sacarlas. Por suerte pudimos ir mejorando nuestro rendimiento y logramos hacerlo en 19 minutos. Un tiempo muy importante, desde el momento que ingresamos a la mina hasta entregar las dos personas asistidas y rescatadas al servicio de salud”, explicó Montero. Y concluyó: “Siempre hay que tener en cuenta que por más emergencia y desesperación que haya, uno tiene que ser parte de la solución y no volverse parte del problema o convertirse en una victima más, todo hay que hacerlo profesionalmente y siguiendo el protocolo”.
