Como si estuvieran jugando al gallito ciego, los niños tantearon la mesa hasta encontrar el jarro con leche. La única luz del lugar es la que entraba por una rendija de la persiana. Se trata de los 7 hijos, de entre 1 y 10 años, de un matrimonio que por una semana deambuló por un baldío y una plazoleta de La Bebida, y otra, por la Quebrada de Zonda porque no tienen dónde vivir. Hasta ayer usurparon el edificio abandonado de una proveeduría, al lado del reservorio de agua de la Quebrada de Zonda, en Rivadavia. Y finalmente el municipio de Rivadavia les prestó un lugar provisorio frente al camping municipal.
Lucrecia Ríos dijo que llevaba 7 noches sin dormir. Contó que se la pasó ’en vela’ vigilando que no entraran arañas u otros bichos venenosos. Los niños durmieron amontonados en un colchón sobre el piso. Tienen camas, pero no las pudieron armar por el poco espacio en esa habitación. Aunque, según la mujer, en este lugar estuvieron mejor que en el anterior.
‘Llegamos a la quebrada buscando algún lugarcito donde quedarnos. Nos metimos en ese hotel abandonado que no tiene puertas ni ventanas y el frío entraba por todas partes. Por eso nos vinimos a este kiosco. Al menos aquí los niños no sufrieron tanto’, dijo la mujer.
Según contó, la odisea de deambular en busca de un lugar donde vivir comenzó hace unas 2 semanas. Fue cuando tuvo que abandonar la casa que compartía con su hermana a quien el dueño de la finca se la había prestado a cambio de trabajo. A partir de ese momento se trasladó a un terreno baldío y luego a una plazoleta de La Bebida con todos los chicos. ‘Estuvimos como una semana, pero nos moríamos de frío. Nos acordamos que en la Quebrada de Zonda estaba el hotel abandonado y nos vinimos. Contratamos un camión que nos cobró 150 pesos para traernos los muebles. Después nos cambiamos al kiosco’, agregó.
La mujer contó que desde que se quedaron sin lugar donde vivir, sus 5 hijos en edad escolar, tuvieron que dejar la escuela. Al mismo tiempo, su marido perdió el trabajo de delivery que tenía. Sólo sobrevivieron con los 2.100 pesos de la pensión de 7 hijos, que cobra.
Pero ayer mejoró el panorama para Lucrecia y sus pequeños. Y no sólo porque les dieron un lugar provisorio donde vivir, sino que también su marido consiguió un trabajo estable. La ayuda llegó desde el municipio. ‘Esta familia se podrá quedar en la casona de piedra que está frente al camping municipal, desde donde les darán agua y electricidad. Además, contratamos al padre para que trabaje en el mantenimiento de este paseo. En la casona podrán estar hasta que puedan alquilar una vivienda’, dijo la intendenta Ana María López.