Entre escuchar tango, ópera y leer poesía, el profesor le da también un espacio a la astronomía. “Ahora miro y leo mucho como aficionado. Ir al observatorio y ver las estrellas me hace pensar que nos olvidamos que andamos por un viaje cósmico. Somos un punto pequeño en el gran concierto del universo que se expande constantemente. Y la música del órgano tiene que ver mucho con eso”, contó. Como cualquier mortal, se viven victorias, alegrías, derrotas y pérdidas, Castillo reconoce los golpes que recibió de la vida: “tengo los suficientes para un Knockout técnico. La pérdida de mis abuelos y mi hermana ha sido dura. Pero gracias a la música y la poesía puedo descargar mis angustias”. Entonces, fue en ese estado donde pudo encontrar sentido a la ópera. “Sus expresiones son cantos trágicos de esa agonía tremenda cuando siente dolor. La ópera trágica trata de estos temas, de gente en encrucijadas sin salida reflejadas en las obras de Verdi, Puccini y Fellini. Si Dios hablara en algún idioma, seguro lo hace en italiano. Porque las mejores arias de ópera son italianas ligadas a los movimientos supremos en que una persona se encuentra entre la vida y la muerte”, manifestó.

Castillo espera ansioso regresar de sus vacaciones este 15 de febrero para que llegue el día de la función. También quiere saber cómo quedará el órgano después de las tareas de mantenimiento que fueron realizadas recientemente. Pero él conoce muy bien sus secretos: “Es un instrumento universal, abstracto, e íntimo a la vez. Su sonoridad me transporta a otra dimensión. Por algo estos órganos fueron adoptados por la Iglesia desde los tiempos de Carlomagno. Pero nuestra actividad siempre fue de minorías, porque a todos no les llega el mismo sentimiento”, comentó el músico que a sus más de 60 años, la edad no lo limita, mientras su mente y corazón tengan armonía.