Para los dignatarios y funcionarios menos escrupulosos del mundo, un viaje a la ciudad natal de Muammar Kadafi, Sirte, era un regalo. Comían como reyes, dormían sobre almohadas esponjosas y algunos de los más afortunados incluso se iban con billetes de 100 dólares asomándose por los bolsillos.
“Quería impresionarnos”, dijo un funcionario de la Unión Africana. “Comportamiento de rey de reyes. Parte de ello fue que creó esta ciudad por sí mismo y tenía sueños de que fuera la capital de África”, agregó.
Esos sueños quedaron en ruinas ayer, junto con gran parte de la ciudad donde Kadafi nació y murió al ser asesinado por combatientes que tomaron su último bastión después de dos meses de incansables bombardeos de las fuerzas del Gobierno interino libio.
En Sirte los combatientes leales al CNT bailaban y mostraban una pistola de oro que dijeron le habían quitado al líder derrocado. Sin embargo y aunque el resto de Libia apoyó a los ahora ex rebeldes y la mayor parte del país pareció darles la bienvenida, los habitantes de Sirte se mantuvieron hostiles con los hombres que asediaron su ciudad. Y leales al hombre que nació en el lugar.
“El CNT nos sacó de nuestras casas”, indicó una vecina que dijo que quería ser identificada como una “hija de Muammar”. “Con Kadafi vivíamos una vida mejor. No hubo ni un día en que la electricidad fuera cortada. Teníamos mucha comida. Sin Muammar no hay vida”, agregó. Por todo esto, no es exagerado decir que la ciudad, que dio refugio a Kadafi y a algunos de sus familiares y secuaces, era su creación personal.
Antes y después
Aunque la zona ha tenido bulliciosos asentamientos en la época de los fenicios, hacia 1960 Sirte era descripta en las guías turísticas como un pueblo de pescadores aburrido, polvoriento y sucio.
El nacimiento de Kadafi en una tienda de campaña beduina en las afueras de la ciudad en 1942 cambió todo eso. Luego de llegar al poder en un golpe militar como un elegante, y visiblemente presumido, capitán del Ejército de 27 años, Kadafi se propuso convertir a Sirte en un lugar más acorde a su posición.
Así, la ciudad recibió una lavada de cara, la construcción cobró ritmo y el pueblo comenzó a crecer hasta convertirse en una ciudad. En 1988, Kadafi movió todas las oficinas del Gobierno libio y el Parlamento del país a Sirte. Tuvo una universidad y, mientras agregaba más brillo a sus calles y más lujo a sus edificios, Kadafi comenzó a recibir allí a líderes extranjeros, en lugar de en la capital Trípoli.
Varios funcionarios contaron que recibieron regalos en efectivo, algunas mujeres destacadas se fueron de la ciudad con diamantes y se entregaron relojes de oro con la cara de Kadafi impresa a muchas delegaciones. “Sostenía reuniones en el centro de conferencias de Ouagadougou y era ridículamente opulento”, dijo un funcionario africano.
El dinero logró salir de las salas de reuniones y también llegó a las calles de Sirte. Periodistas que han estado en la ciudad en la última semana dicen que algunas propiedades parecían tener un estándar de vida más alto que muchos otros sitios del país. Sin embargo, a pesar de todo el dinero inyectado por Kadafi en la ciudad, las guías turísticas seguían sin impresionarse.
The Lonely Planet dijo que era “una ciudad sin alma”, sin embargo, su pueblo, sigue agradecido a un hombre al que veía como una figura paterna.
