Víctor Hugo Molina (44) había decidido que el viernes pasado fuera el último día de Laura Algañaraz (42), la mujer con la que compartió 14 años de su vida y le dio tres hijas. Pero sus designios fallaron. La encaró en la siesta en plena calle, cuando ella iba a trabajar. Intentó que se subiera a un auto y, al no conseguirlo, sacó un revólver y la persiguió hasta que ella cayó y él no dudó: apuntó a la nuca y descerrajó un disparo. Y le dio otros dos balazos en la espalda como para asegurarse el resultado, además de darle algunas patadas y gritarle ‘maldita’. Pero increíblemente Laura se puso de pie y huyó a la carrera hasta el departamento que alquila para vivir con sus hijas en el barrio Kenedy en Santa Lucía, apenas con un poco de sangre que salía de su cabeza.
‘Creo que Dios me dio otra oportunidad’, dijo ayer la mujer desde su casa, donde aseguró que reza por su ex para que descanse en paz.
De todos modos la experiencia le dejó una marca: ‘Desde el sábado en la noche ando con un poco de miedo, porque recién ahora estoy cayendo en lo que me está pasando’, aseguró.
¿Por qué no la mataron ese día? En la Policía creen que la respuesta está en la calidad de la pólvora de esas balas al parecer calibre 22. ‘Un análisis provisorio del caso nos lleva a pensar que la pólvora estuvo vencida. Cuando eso pasa las balas tienen bajo o ningún poder de impacto’, dijo un jefe policial.
Lo curioso es que con la misma arma Víctor Molina sí pudo darse muerte el sábado en la madrugada. La hipótesis policial es que primero le prendió fuego a su auto Fiat Duna, se metió adentro y se quitó la vida con un disparo en la cabeza.
Y así ponía fin a una intensa búsqueda policial y a una relación que en los últimos años había estado marcada por la violencia verbal, según Laura Algañaraz. Por eso fue que la mujer decidió ponerle fin a ese vínculo un año y medio atrás.
‘Creo que muchas veces es muy dolorosa la violencia verbal y uno muchas veces se queda callado. Hay que denunciar y muchas veces no lo hace por miedo, por los niños que son chicos, pero tampoco los niños deben llevar esa clase de vida porque quedan marcados‘, recomendó ayer la mujer.
Ahora, lo más probable es que un juez decida poner un cierre definitivo al sorprendente caso, archivándolo.
