El fútbol de San Juan quiso estar con Daniel Brunetto y nadie faltó a la hora de jugar. Estuvieron todos, pero ese enorme corazón solidario de los sanjuaninos quedó en deuda porque el feriado, el clima, el escenario y fundamentalmente, la razón, merecían otro marco y finalmente no fue. Porque estaba en juego la chance de darle ánimo y valor a un sanjuanino que sin nacer en San Juan adoptó esta tierra para hacer su vida y ahora, la pelea sin cuartel contra el ELA, ese fantasma silencioso que le ha ido quitando fuerzas, movilidad pero nunca jamás ese corazón batallador que ayer pese a los pocos que estuvieron en cancha de Trinidad (cerca 70 simpatizantes que pagaron 20 pesos de entrada cada uno), recibió una gran caricia.

Sentado a un costado de la cancha, mirando con nostalgia que aquellos buenos y viejos tiempos en los que volaba de palo a palo en esa misma cancha, Brunetto fue recibiendo uno por uno a los excolegas y ocasionales rivales que dieron el presente. Desde Mendoza la legión de “sanjuaninos” que encabezó Alfredo Del Carmen Avila junto a Omar Francisco Vargas y Walter Adrián Cuvertino fueron de los primeros en pisar el estadio del León. Luego fueron llegando nombres de ayer y de siempre que invitaron a soñar.

La organización estuvo en manos de Raúl Antuña (técnico de Unión) y de Roberto Mallea (presidente de Alianza). Ellos coordinaron todo y así se fueron armando todos los equipos dirigidos por Mario Luna y Hugo Catita Moreno por un lado, y por el Flaco Miguel Sánchez por el otro. Fueron encuentros de 20 minutos cada uno, donde se pudo ver a leyendas del arco como Omar “Oso” Flores, Alberto Platero y Fabián “Tato” González. Repasar nombres sería ir de viaje por décadas fantásticas del fútbol sanjuanino: Mario Artes, Pablo Saavedra, Marcos Otarola, Raúl Gómez, Aldro Rodríguez, Miguel Ríos, Roberto Galván, Alberto Naveda, Jorge Chica, Néstor Leal, Ricardo Dillon, Ricardo Molina, Mario Pacheco, Daniel Gómez, Ariel Pereyra, Mauricio Cantero, Miguel Molina y muchos más…

Después de varios partidos, de muchas anécdotas y de tener a Brunetto como el eje de cada charla, de cada foto, llegó el final para una tarde a la que le faltó gente.