En el fondo de la casa de una de las alumnas, dos máquinas de coser, una mesa con moldes, telas, tijeras y almohadillas llenas de alfileres, son el lugar en donde los chicos trabajan diariamente. En esa humilde fábrica los alumnos de la escuela Agroindustrial de Casuarinas, 25 de Mayo, no sólo se dedican a fabricar esas prendas de vestir, sino que también alimentan un gran sueño: darle más vida a su pueblo. ‘Acá la mayoría de la gente trabaja en el campo o es policía. No tenemos industrias que generen puestos de trabajos y nosotros soñamos con que esta fábrica crezca y sirva para que todo Casuarinas tenga más opciones a la hora de buscar un empleo. La gente que quiere trabajar de otra cosa debe salir del departamento‘, dijo Bruno Elizondo, uno de los estudiantes que lleva a cabo el emprendimiento. 

Las ganas de crecer los llevaron a ponerse manos a la obra. Y aunque no tienen mucho conocimiento de negocios, ponen día a día todas las ganas para aprender y hacer que esa fábrica crezca. Si bien el emprendimiento nació gracias a un proyecto escolar, realizan el diseño, pintura de las remeras y la venta fuera del horario de clases. Así fue que se organizaron y dividieron las tareas para que cada parte del trabajo salga de manera ordenada. Esto con el objetivo de concretar el sueño de ser grandes empresarios textiles. 

‘Una profesora de la escuela nos eligió para que creáramos una industria. Al principio fue todo parte de un proyecto escolar, pero ahora nosotros lo tomamos como nuestro negocio‘, dijo Rocío Torres, que es la directora de Producción. Esto, porque es su mamá la que la ayuda en la costura y corte de cada una de las prendas. La mamá de esta alumna es costurera y les está enseñando a los adolescentes a usar las máquinas de coser, a diseñar moldes de remeras y musculosas y a cortarlas. 

Además, una amiga que sabe pintura es la que les ayuda con esa otra parte de la producción. ‘Hacemos todo de manera artesanal. Todas las remeras llevan alguna estampa y la pintamos a mano. Esperamos después poder comprar una máquina para ahorrar tiempo en el proceso productivo‘, dijo Agustín Allende otro de los socios de esta fábrica. 

Los alumnos arrancaron con la fábrica buscando accionistas. Pidieron a docentes, familiares y conocidos ayuda para comprar la materia prima. Y ese dinero después será devuelto con un porcentaje de ganancias. ‘La idea es trabajar como si fuéramos una cooperativa. Además buscamos que esta fábrica crezca para generar puestos de trabajo. Si no queremos trabajar en el campo, nos tenemos que ir a vivir a otro lado y es triste que no tengamos opciones para elegir‘, agregó otro de los estudiantes y contó que en el pueblo había una bodega grande y un frigorífico, que eran los motores de la economía del lugar, pero ya no generan nuevos empleos porque cerraron sus puertas.