Hace 20 años que figura como el costado femenino de Las Pelotas. Gabriela Martínez (43) se ganó el puesto a base de trabajo y de un feeling natural que tiene con su bajo. Pero por sobre todo, se fue gestando una férrea amistad gracias a la confianza y apoyo que recibió de Alejandro Sokol y Germán Darfunchio y del resto de sus compañeros. Actualmente, su sonido es una marca contundente que identifica a Las Pelotas y es un miembro imprescindible de la banda, ya que aporta toda su creatividad a la hora de componer canciones. Como mujer, cumple también el rol de ‘madre protectora’ para los varones. De perfil bajo y con mucha franqueza a la hora de dialogar, DIARIO DE CUYO conversó con la bajista, que aún tiene fresco el recuerdo de la última vez en San Juan.
"Fue algo muy lindo, la pasamos muy bien. La energía de la gente me dio una gran sorpresa, porque me di cuenta que el cariño de los sanjuaninos es fuerte y cada vez hay más gente que nos escuchan. Lo disfruté mucho. Esperemos que este próximo show se repita’, dijo.
– No, al contrario. Humanamente siempre fui bien tratada en los ensayos, cuando se graba, se compone; cuando compartimos viajes, recitales y giras. En fin, todo eso hace trascender la cuestión del género. Hay una relación entre iguales. Eso sí, lo único que sufro como mujer, es cuando hay que usar el baño del micro en las giras (risas).
– ¿Cómo te iniciaste y cómo fue tu primer contacto con la banda?
– El primer acercamiento a la música fue cuando era muy chica. A los cinco años pedí a mis padres que me lleven a la escuela de guitarra. Empecé en un conservatorio del barrio en Almagro y toqué la guitarra antes de iniciar la escuela. A los 15 seguí en un conservatorio municipal y a los 18 estudié con Carlos Alberto Machi Rufino, un enorme maestro del bajo para mí. Una noche tocaba en Arpegios, en San Telmo con un grupo que se llamaba Rey Tinto. Como trabajaba allí un sonidista de Las Pelotas, me comentó que necesitaban un bajista. Después me llamaron y entré con ellos cuando elaboraban el segundo disco de la banda.
– Pasé varios años haciendo música clásica, pero cuando agarré el bajo y toqué rock no lo largué más. Cuando era adolescente escuchaba The Police y me fascinaba seguir la línea del bajo, hasta que junté plata y me compré uno de fabricación nacional, algo más accesible en aquella época. Y terminé enamorada de él por siempre.
– Cada uno, desde su lugar pone lo suyo, no sólo con el instrumento, sino principalmente lo que requiere cada canción de nosotros. Eso trasciende por sobre los intereses individuales. Por mi parte, sirvo para liberar las tensiones, soy como la catalizadora (risas), pero eso te lo pueden decir mejor los otros. Me dicen que soy la madre de la banda y al mismo tiempo la mujer de todos. Me necesitan mucho para que los escuche cuando tienen problemas. Después de muchos años juntos, somos como una familia.
– ¿Cómo te enteraste? (Risas) El apodo lo puso mi papá, es tremendo. Pero mis compañeros no me llaman así, sino Gaby. Pero lo de ‘Pelotita’ trascendió las fronteras (risas). Es por una cuestión de cariño, pero ojo no es porque sea quilombera.
– No lo pienso tanto así, para que no me haga mal a la cabeza. Mirá, cuando viajamos por todo el país, me encuentro con muchas chicas que quieren que les enseñe a tocar el bajo, que quieren componer y hacer cosas como las que hago yo. Eso es muy fuerte para mí. Pero trato de no detenerme a pensar tanto en eso, me encanta el afecto que me dan y es lindo. Pero de ahí a creerme que soy un referente es mucho, prefiero no alimentar mi ego.
– (Risas) La pasamos tan bien en el estudio en la grabación de este disco, que buscamos el mejor título para que pueda transmitir la belleza que tienen las sierras cordobesas. Las nubes estaban ahí nomás, tan cerca de poder tocarlas. Queríamos resumir en estas palabras lo lindo que disfrutamos ese momento. Antes que de ir a San Juan, queremos pasar por allí y darnos un hueco para componer algunas cosas.
– Este álbum fue diferente de los que hicimos antes. Es un viaje sonoro que lo hace más subjetivo y más tranquilo. Estamos orgullosos de lo que logramos. Pero creo que el mejor momento artístico está por llegar, esperamos sentarnos de nuevo a seguir creando cosas porque aun nos queda mucha pasta para decir cosas y mucha música para dar.
– Al principio pensé que estaba muy presente. Para mí fue un enorme placer conocer a Germán y Ale, ellos fueron los que estuvieron más cerca de Luca. Pero hoy no estamos tan pendientes de eso, no vivimos aferrados a Sumo. Por ahí tocamos algunos temas por diversión nuestra, como una especie de tributo a lo que Sumo fue en la historia del rock nacional. A veces sale una canción de agradecimiento de manera espontanea para que la gente disfrute. Pero no es una intención decidida en lograr que Sumo esté siempre en todo lo que hagamos.
