Decir que Miguel Angel se esculpió así mismo no es ninguna exageración. No sabía leer ni escribir hasta pasados los 20 años cuando llegó desde Soriano, Uruguay, a Montevideo. Poco a poco, creció como artista, como autodidacta. Las piedras que Sugo encontró en el camino no sirvieron nunca de obstáculo, por el contrario sirvieron como base inspiradora de su obra. La piedra, el papel, el metal, fueron propia vida.