Ella, sanjuanina, se encarga de ponerle simpatía a la venta; él, mexicano, le da el toque original a la comida. Ambos se conocieron en Estados Unidos y ahora están emprendiendo su vida en San Juan.
Mientras Leonardo prepara cada salsa y, con acento mexicano bien marcado, asegura que la masa de los tacos es la de verdad, la de harina de maíz, y que él mismo preparó, Erika cuenta su historia. "Pobrecito, hace sólo 3 meses que está acá. Todo le parece extraño, pero cocinar comida de su tierra lo ayuda a adaptarse", dice ella con una sonrisa.
Ambos se conocieron hace 12 años, viviendo en Estados Unidos, donde llegaron para trabajar y conseguir dinero. Allá tuvieron 2 hijos y les iba bien, hasta lograron comprar su propia casa. Pero la recesión económica del país norteamericano les jugó en contra. "Terminamos trabajando todo el día, teníamos 5 trabajos, pero no nos alcanzaba para vivir", cuenta Erika. Y dice que "nosotros estábamos ilegales y cuando empezaron los problemas en la economía, el Gobierno empezó a perseguir más a la gente que no era del país". A pesar de tener hijos estadounidenses y de intentar conseguir la ciudadanía en reiteradas oportunidades, siempre recibían negativas.
"La situación se complicó. Nos podían sacar a los chicos. En esos casos, los llevan a una casa y, si en 6 meses no va a reclamarlos algún familiar que sea ciudadano estadounidense, los dan en adopción. A nosotros nos podían meter presos, en cárceles comunes, y después mandarnos de nuevo a nuestros países. Teníamos miedo", recuerda Erika. Por eso, la familia decidió volver a las raíces y optaron por San Juan. Hace un año que Erika y sus dos hijos están en la provincia, Leonardo se quedó para arreglar algunas cosas allá. Hoy están tratando de empezar de nuevo y ya piensan en ampliar el comercio de venta de tacos para unir las culturas de ambos.
