Aunque nació en Puerto Madryn, hace 21 años, y anduvo por varias provincias, Andrés Tejada eligió San Juan para vivir y formar una familia. Llegó hace ocho años con su madre y dos hermanos menores, se radicó en Angaco, donde las tareas rurales fueron fortaleciendo su físico. Un día cualquiera participó de una pelea callejera con un adolescente que lo superaba en envergadura y fortaleza y alguien con ojo clínico le sugirió que se diera una vuelta por el Club Mocoroa.
“Aunque soy tranquilo, cuando me sacan me transformo”, dice con voz baja y la lógica timidez de su primera nota. Casado con Estrella Cáceres y padre de una hermosa bebota de 3,5 meses de vida (“mi hija se llama Luana”); Andrés encontró en el boxeo una actividad que le permitía canalizar su agresividad y a medida que fueron pasando las peleas como aficionado se convenció de que puede ser uno de sus medios de vida, sino el único, dado que las labores del campo, a las que no les mezquina el lomo, son agotadoras.
“Yo empecé en Mendoza, con el Cholo González (no recuerda el nombre) en el gimnasio del Barrio La Gloria de Godoy Cruz”, después, cuando me vine a San Juan me entrenó siempre Eduardo Fernández (padre de Fito y Ezequiel)”, explicó entre pausa y pausa de sus primeras fotos.
A Tejada lo diferencia de los otros profesionales sanjuaninos el hecho de que antes de debutar ya tenía convenio con un promotor para que le maneje su carrera: Mario Arano. Al empresario le gustó su actitud ofensiva y no dudó en proponerle que se sume a su equipo. “Se irá algunos días a Junín, para entrenar con los otros muchachos de distinta provincias que comparten prácticas con Lucas (Matthysse) y Nino (López)”, contó quien montará el espectáculo de ribetes históricos, porque será la primera vez que siete profesionales sanjuaninos compartan una velada.
“Yo quiero hacerme un nombre en el boxeo, sé que me falta mucho por aprender y tengo ganas de hacerlo”, agregó el novel peleador que se despidió del campo amateur el pasado 31 de julio cuando cerró la velada en la que Leonela Yúdica retuvo el cetro mundial mosca de la FIB.
Lo entusiasma la idea de debutar en el Cantoni ante la mirada de sus familiares. “Mi madre y mis dos hermanos, que viven en Mendoza, prometieron venir a verme”, explicó.
Transmite una imagen de una persona serena, tranquila, pero quienes lo conocen dicen que dentro de su físico de 63,5 kilogramos hay un volcán que entra en erupción cada vez que suena la campana para indica el inicio de un nuevo round.
