La austeridad fiscal se impuso en la cumbre del G-20, un grupo que hace meses pedía planes de estímulo para impulsar la economía y que ayer reconoció, como defiende la Unión Europea (UE), los peligros de un déficit excesivo.

El comunicado final de la cumbre reconoce que tener unas “finanzas públicas sanas es esencial para sostener el crecimiento económico”, y establece el compromiso de las economías avanzadas de reducir a la mitad su déficit para 2013 y bajar o mantener el peso de su deuda en 2016.

El G-20 ha logrado cerrar, así, el intenso debate entre continuar o no con el gasto público para sostener el crecimiento económico. No obstante, el comunicado hace algunas concesiones a los que se oponían a la austeridad fiscal, entre ellos los países emergentes y EEUU que advertían de que una retirada súbita de los estímulos podrán abortar el crecimiento.

Al otro lado del debate se encontraba la UE, inmersa en un fuerte proceso de recorte del gasto público, en el que ya se han sumergido España y el Reino Unido. Así, el comunicado del G-20 limita el compromiso de reducción del déficit al grupo de los países avanzados, con lo que deja a los emergentes la posibilidad de seguir alimentando el crecimiento con gasto público durante un tiempo prudente.