Tal como lo había anunciado, finalmente el depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, pisó su país a casi un mes de haber sido expulsado tras un Golpe Militar que llevó a Ricardo Micheletti a tomar el poder.
En un segundo intento por regresar a su país, el ex presidente partió el jueves desde Managua (Nicaragua) y llegó ayer hasta Las Manos, en la frontera con Honduras.
Bajo una actitud desafiante, el mandatario depuesto y sus simpatizantes levantaron la cadena que marcaba la frontera y caminaron unos metros hasta un cartel que decía "Bienvenidos a Honduras", donde Zelaya se detuvo a esperar a su familia.
Zelaya cruzó la frontera, pese a que el Gobierno de facto volvió a amenazarlo con la posibilidad de arrestarlo por ingresar a Honduras. Muy cerca de la frontera, militares formaban un cordón equipados con escudos antimotines y cascos para impedir el paso al depuesto mandatario, quien tras pasar la línea de frontera pidió hablar con jefes de las Fuerzas Armadas.
Un par de horas más tarde, Zelaya regresó al lado nicaragüense de la frontera, donde pensaba quedarse a esperar que las autoridades de facto contesten a su solicitud de ingresar al país.
Antes de que llegara el derrocado presidente, decenas de hondureños que marchaban a su encuentro en la frontera fueron dispersados con gases lacrimógenos cuando intentaban romper un cerco militar en territorio hondureño cerca de Las Manos. Las olas de violencia fueron inevitables: al menos dos heridos de bala fue el saldo del ataque del Ejército y la Policía a un grupo de unos 4.000 hondureños que marchaba a recibir al ex Presidente.
Los incidentes se produjeron cuando los simpatizantes de Zelaya negociaban con autoridades militares la posibilidad de que los dejaran continuar hacia la frontera.
Los partidarios del ex presidente trataban de romper el control que los llevaba al sector aduanero cuando, debido a los forcejeos entre las dos partes, se desató una batalla campal en la que los seguidores de Zelaya lanzaron piedras y las fuerzas de seguridad respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos.
La protesta estaba constituida por familias desarmados, algunos de los cuales contestaron con piedras el ataque de las fuerzas de seguridad. Si bien, manifestantes se dispersaron en la búsqueda de resguardo por el ataque, no se retiraron del lugar.
"No tengo miedo cuando trabajo por un fin noble", declaró Zelaya a su ingreso a suelo hondureño, donde estuvo durante dos horas antes de dar marcha atrás y volver a territorio nicaragüense.
