Grecia vivió ayer un tenso Primero de Mayo, que acabó con choques entre la policía y pequeños grupos de radicales, mientras el Gobierno prepara un duro plan de austeridad que prevé profundos recortes sociales.
Atenas negocia desde hace casi dos semanas un programa de consolidación fiscal trienal con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), una condición previa para acceder a los fondos internacionales de hasta 135.000 millones de euros que salven al país de la bancarrota.
Para reducir el déficit, el Gobierno socialista griego recortará los sueldos de los funcionarios, subirá los impuestos, detendrá las contrataciones públicas y congelará los salarios en el sector privado. Se espera que hoy se presenten tales medidas, en un Consejo de Ministros extraordinario.
Disconformes con esa situación, grupos radicales de izquierda atacaron ayer en Atenas (capital griega) a la policía con piedras, latas y cócteles molotov durante las marchas de unos 20.000 manifestantes que protestaban pacíficamente contra el duro plan de ajuste que implementa el Gobierno griego, y en conmemoración del Día del Trabajo.
Manifestantes incendiaron contenedores de basura y dos camionetas de un canal de televisión en Atenas. En una manifestación, la policía disparó dos o tres rondas de gas lacrimógeno en contra de 20 manifestantes que intentaban llegar al Parlamento. Los manifestantes se retiraron y la marcha, que aparte de ese incidente fue mayoritariamente pacífica, según testigos.
Los agresores se toparon casualmente con un ex presidente del Parlamento en el centro de la ciudad y lo atacaron a él y a su escolta policial. Una petición común entre muchos entrevistados en Atenas fue el castigo para los responsables de la mayor crisis de Grecia en décadas, en un país donde los escándalos de corrupción y la evasión de impuestos son generalizados.