Sólo Carlos Tevez moviliza tantas sensaciones populares. Su grandeza como jugador es inmensamente mayor cuando de calidad humana se trata. Volvió a Boca por amor y los más de 10.000 fanáticos sanjuaninos ayer se lo agradecieron en el Bicentenario, cuando junto con el equipo Xeneize realizó el entrenamiento a puertas abiertas pensando en el partido de esta noche, a las 21, frente a Guaraní de Misiones por la Copa Argentina.
Todas las miradas estuvieron en el Apache, que saludo siempre a la gente, agradeció cuando corearon su nombre, regaló una pechera en plena práctica y al final estuvo (al igual que todo el plantel) por más de 30 minutos firmando autógrafos y sacándose fotos. Así fue la Tevezmanía que llegó a San Juan y provocó un huracán.
Es que ni cuando la Selección Argentina vino en junio pasado a jugar el amistoso previo a la Copa América, en el entrenamiento hubo tamaña convocatoria como si resultó anoche.
Aquella vez no estuvo Tevez por su compromiso en la final de Champions con la Juventus. Pero Tevez es pueblo y de ahí se desprende el amor mutuo por la gente. En definitiva el principal motivo por el que volvió a Boca.
Y fue tanta la afluencia de amantes de Carlitos que se acercaron al Bicentenario, que con el correr de los minutos fueron habilitando todas las tribunas. Fue calor y color por Boca, pero porque vino el jugador del pueblo.
El entrenamiento duró 80 minutos, en los cuales se hizo la entrada en calor y luego el conjunto de Arruabarrena trabajó pelotas detenidas. Pero en esa labor, no estuvo Tevez, porque el héroe se quedó en el centro de la cancha haciendo “jueguitos” y pateando la pelota. Era el centro y entonces de los 4 costados del Bicentenario bajó el “vení, vení, canta conmigo, que una amigo vas a encontrar, que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar”. Y ante tamaño aliento, Carlitos sonrió y levantando su mano derecha agradeció. Entonces fue otra ovación del los sanjuaninos hacía él.
Hasta que llegó el turno del fútbol en espacios reducidos. Tevez se paró como defensor en el equipo de pecheras naranjas que tuvo a Fernando Gago como arquero, y marcó de cerca al Vasco Arruabarrena que resultó el atacante del otro equipo.
Siempre hubo clima de fiesta. Que se agigantó cuando la práctica finalizó y todos se acercaron al alambrado para por media hora tener el contacto con los hinchas. Un ejemplo, que sólo Tevez puede promover con su grandeza y mover multitudes.
