Yazmín Camargo tiene una enfermedad incurable que la obliga a depender de oxígeno envasado y su libertad depende en gran medida del metro y medio que le da una manguera plástica unida a un tubo. Pero es una chica como cualquier otra. Se conecta a Facebook, escucha música, mira novelas y tenía la ilusión de lucir un vestido de 15 años y bailar el vals en una fiesta. Sin embargo, sus papás están sin trabajo fijo y tener una fiesta de 15 era simplemente inalcanzable. Pero una charla informal entre la mamá de Yazmín y su exmaestra de jardín de infantes desencadenó en una extensa cadena solidaria que terminó en un gran festejo para 180 invitados, DJ, torta y hasta un vestido y un viaje a la Patagonia. Y por supuesto, un extenso vals que cerró el sueño de la chica que se empeña en vivir.

Yazmín padece hipertensión cardíaca pulmonar severa, detectada en el Hospital Garrahan cuando apenas tenía dos años. Apenas le funciona un pulmón y por el constante esfuerzo para poder respirar es que su corazón tiene una perforación. Se trata de una afección compleja que no puede ser resuelta ni con un trasplante, por lo que Yazmín sabe que su enfermedad es incurable.

Sin embargo, sus ganas de vivir son tremendas y desde chiquita que se ilusionaba con el cumpleaños de 15. Pero concretarlo era imposible debido a que su papá hace changas como albañil, su mamá a veces logra planchar para casas de familia y por estos días el único dinero que ingresa a la humilde casita que tienen en Rivadavia es por cortar el pasto.

‘Un día, mientras conversábamos, la mamá de Yazmín me contó del sueño de festejar los 15. Y ahí empezó todo. Pedí colaboración por Facebook y la respuesta fue increíble, se hizo algo imparable y pese a los nervios y las corridas, salió una fiesta perfecta, no faltó nada’, contó Evangelina Nielson, quien fue maestra de Yazmín y de sus hermanos en jardín de infantes.

Desde empresarios a comerciantes, fundaciones, amigos de Facebook de Evangelina y los familiares de Yazmín se encolumnaron en la acción solidaria. Y efectivamente no faltó nada, desde el maquillaje y peinado, la mesa dulce, el fotógrafo, los centros de mesa, los zapatos y el vestido de la quinceañera, hasta una gigantografía. Incluso la Fundación Messi intervino y le regaló un viaje a la Patagonia.

‘Me encantó la fiesta. Fue como quería que fuera. Bailé el vals con mi papás, mis hermanos, tíos y primos. Estuvieron mis mejores amigas y el vestido era relindo’, contó Yazmín.

Durante la noche, la quinceañera alternó momentos sin el oxígeno, al menos para las fotos y para saludar a los invitados, incluidos algunos de los médicos y enfermeros que la atienden y que no quisieron perderse la celebración.