Tigres de México, el rival de River en la final de la Copa Libertadores, será un adversario para nada fácil ya que clasificó cómodo en la fase de grupos y luego superó las siguientes instancias haciéndose muy fuerte de local y con serias intenciones cada vez que llegó al arco rival. De los 12 encuentros que disputó ganó 7, empató 3 y perdió 2. Cuenta en sus filas con dos argentinos: el arquero Nahuel Guzmán (ex Newell’s) y el volante Guido Pizarro (ex Lanús).
El emblema del elenco felino, por la determinación y el coraje, es el volante uruguayo Egidio Arévalo Ríos. Y el fútbol lo construyeron todos sus integrantes: desde el arquero Guzmán hasta el delantero de área francés André Pierre Guignac (ex Olympique de Marsella) y su socio, el brasileño Rafael Sobis.
No obstante, las cartas decisivas de Tigres se mueven por las bandas. Zona donde Javier Aquino y Jürgen Damm encaran y pasan al ataque en reiteradas ocasiones. Con ellos, los mexicanos despliegan el juego que más le gusta, el de disponer de la pelota y abrirse paso con la paciencia para esperar su momento.
A contramano, el punto débil pasa por una inoportuna baja de tensión que lo expone a malograr opciones de gol que parecen seguras (le pasó de local ante River, cuando pasó del 2-0 que pudo ser mayor, al 2-2 final).
Su andar por la Copa fue prolijo y seguro, para recién conocer la derrota en 4tos y semi. En el inicio del Grupo 6, superó al conjunto peruano Juan Aurich por 3-0. Luego igualó 1-1 con River en el Monumental y venció 1-0 a San José de Oruro. En la vuelta, goleó 4-0 a San José, empató en México con River 2-2, y triunfó 5-4 ante Juan Aurich que le posibilitó al Millonario clasificarse.
En los 8vos se impuso 2-1 sobre Universitario de Sucre en Bolivia y en la revancha empató 1-1. En 4tos fue sorprendidos por el Emelec ecuatoriano 1-0. Y de local triunfó 2-0. En la semi, Inter le ganó 2-1 en Brasil. No obstante, selló su pase a la instancia decisiva con una contundente victoria por 3-1 el pasado miércoles.
