Los Zorrilla Martínez son una de las familias sanjuaninas que alcanzaron reconocimiento y popularidad social por su tradición en el rubro de la distribución de bebidas.

En 1909 que José Zorrilla llegó a San Juan desde Málaga, España, buscando un mejor porvenir. Lo hizo junto a María Martínez, su esposa, y Lola, su hija. José era jornalero y encontró trabajo en la Bodega Graffigna. Acá en San Juan nacieron luego José, Antonia, Arturo y Chicha (todos fallecidos).

José, que se jubiló de jornalero en la Graffigna e hizo entrar a la bodega a Arturo, a los 17 años. Pero Arturo renunció y se convirtió en ayudante de su tío por parte de madre, Diego Martínez, quien tenía un reparto de cervezas.

Poco tiempo después, el 5 de enero de 1938, Arturo comenzó con un reparto propio. Sólo tenía una carretela, pero su incansable trajinar, le permitió comprar un camioncito. Y luego otro, un Ford modelo ‘46. En 1946, Arturo se casó con Dolores Sánchez y construyó su primer depósito. Rápidamente llegaron los hijos: Hugo, Yolanda, Arturo y José Miguel.

Como Arturo madrugaba todos los días para buscar las bebidas en Mendoza, era Dolores quien atendía en el depósito, por lo que Hugo, en esos primeros tiempos, pasaba horas en una manta cercada por cajones de cerveza.

Con los años, Hugo y José Miguel se asociaron con su padre, para luego comprarle el resto de la empresa. Arturo falleció en 2006.
José Miguel fue padre de dos hombres y dos mujeres, mientras que Hugo tuvo cuatro hijas. Dos de ellas, Laura y Mariubel, asumieron roles directivos en la empresa, junto a uno de sus yernos, Juan Pablo Romero.

Hoy, la familia decidió poner fin a más de 70 años de trabajo.