Un payaso con nariz roja que hace monerías en un sombrío campo de sobrevivientes del sismo en Italia puede parecer algo extraño, pero Francis Calsolaro dice que su trabajo para entretener a los niños que se quedaron sin hogar es cosa seria.

Mientras tropieza torpemente para entretener a su pequeña audiencia, “Francis el payaso” dice que hacer reír a los niños que perdieron sus hogares en el sismo del lunes es más efectivo que cualquier terapia tradicional.

“Esto no es un chiste, es algo serio”, dijo Calsolaro, vestido con un traje rayado, una colorida chaqueta y un sombrero con una margarita.

“La gente no necesita a alguien que se siente allá arriba y les diga cómo superar la tristeza. De verdad quiero que los niños crean que soy tonto y estúpido”, apuntó.

Otros 10 a 15 payasos terapeutas de su grupo se prevé que llegarán pronto para entretener a las personas que ahora tienen que vivir en carpas azules en campamentos al aire libre alrededor de L´Aquila, dijo Calsolaro, que viajó desde Milán después de que escuchó la noticia del terremoto.

El sismo, el peor en Italia en 30 años, destruyó grandes porciones de 26 localidades y pueblos en la montañosa región del este de Roma. En el campamento, otro grupo de payasos vestidos con trajes coloridos y pantalones gigantes bailaban entre ellos, hacían burbujas de jabón, entregaban globos y jugaban con un puñado de niños.

“Cuando llegamos aquí, el campamento estaba callado, los niños jugaban en silencio entre ellos”, dijo Federica Marinacci, que se hace llamar “Nocciolina” (maní).

“Pero cuando nos vieron, todos se juntaron a nuestro alrededor y se empezaron a reír”, agregó. Las temerosas madres tampoco pudieron contener la risa cuando vieron a sus hijos sonriendo otra vez después del terrible momento vivido en el terremoto, dijo Marinacci.

Psicólogos más tradicionales también instalaron una carpa en el campamento, donde dan ayuda a los sobrevivientes que sufren estrés post traumático, pero hasta ahora los payasos terapeutas se robaron toda la atención.

“Sólo intentamos devolver a los niños la vida que tenían antes”, dijo Marinacci, mientras jugaba con un niño que sostenía un globo naranja con forma de perro.