No hay caso. Ver jugar a los españoles es un placer. Por la simpleza de sus movimientos. Por la efectividad de sus llegadas. Salen del fondo, hacen dos o tres toques y ya están en posición de remate sobre el arco rival.
Por momentos se dan sus respiros, pero en el balance general son una maquinita aceitada. Es cierto que ayer, en la cancha de Concepción, tuvieron un rival muy inferior (Alemania) pero los españoles aprovecharon para moverse después de su llegada a San Juan y regularon el trámite del partido, lo que no les impidió que terminaran goleando 9-1.
La contundencia de la selección española, que por momentos se puede comparar con el Barcelona de su país en el fútbol, puede terminar aniquilando a cualquiera. Tanto, que el técnico Carlos Feriche, probó, en cada tiempo, con un equipo completamente diferente y ambos le dieron sus frutos. En el primer parcial, entraron: Guillem Trabal, Ordeig, Torrá, Panadero y Marc Gual.
El segundo equipo fue Fernández, Marín, Tití Roca, Bargalló y Pedro Gil. De los arqueros no hace falta ni hablar. Son dos fuera de serie. En el campo de juego se vio en el primer equipo un gran orden defensivo y en el segundo una tremenda vocación ofensiva. Igual, en ambas etapas, los españoles fueron contundentes. En la primera se fueron al descanso ganando 5-1 (tres goles sucesivos del Pelado Gil, que entró como sustituto) y en la segunda redondearon el marcador final con un 4-0 cómodo.
Lo de Alemania también fue válido. Pese a ser de inferior nivel que su rival se las arregló para llegar varias veces aunque careció de puntería. En el debut del Mundial, habrá momentos en los que exigirá a los argentinos.
