Esos dos zapatazos que metió el crack llamado Mariano Torresi, uno para empatar el partido y otro par darlo vuelta al marcador, merecían tener como final la cuarta victoria en la misma cantidad de partidos en Concepción para San Martín. Pero el verdugo Matías Gigli, que ya le había anotado un par en la temporada pasada en el Hilario Sánchez con la camiseta de Aldosivi, cambió los planes drásticamente. El mendocino sumó anoche su séptimo gol con San Martín donde llegó en enero pasado como refuerzo para la segunda parte de la temporada y que ante Rafaela estuvo a un paso de ser el gran héroe de la séptima fecha.

Torresi comenzó el partido como volante por derecha, una posición que no le sienta del todo bien ya desde la campaña pasada. Cuando se ubicó de doble cinco al lado de Arce, mostró su mejor versión. Su primera aparición clave fue a puro cuando estampó el empate con un derechazo perfecto al ángulo de Sara. La segunda obra del mendocino fue aún mejor: enganche para el medio y zurdazo exquisito al ángulo derecho del uno de Rafaela. Tremendo. Y ya con el empate casi consumado, pudo hacerse leyenda viviente con otro zapatazo que salió apenas desviado.

OTRA VEZ

Es algo que el equipo de Hrabina deberá corregir, más aún si se tiene en cuenta la experiencia que tienen sus players. Los goles en contra cerca del final no son algo nuevo. Con Merlo, a falta de tres minutos, no se marcó bien un rebote tras un centro y otra esa vez también le costaron dos puntos. Con Rafaela se falló en un rebote después de una tapada de Pérez y nadie cerró a Gigli.